El pasado Viernes 28 de Abril Netflix estreno Las chicas del cable, su primer serie original producida en España; una superproducción a nivel Netflix, con algunas de las caras más conocidas y más comerciales del país en cuestión.
Protagonizada por Blanca Suárez, Ana Fernández, Maggie Civantos y Nadia de Santiago, LCDC narra la historia de cuatro chicas de un poco más de veinte años, que en el primer capítulo, y luego de una difícil selección, consiguen trabajo como operadoras en la primera compañía telefónica de Madrid, a fines de la década de 1920, un trabajo que en ese momento representaba el futuro y las nuevas tecnologías, algo así como conseguir trabajo en Google en estos días.
Desde el tráiler se plantea una historia de tinte feminista, donde la voz de Blanca Suarez – que será la narradora en off – describe la vida de las mujeres en una época donde reinaba el machismo: la falta de libertad, la obediencia debida al marido y la condición de adorno de las mujeres de alta sociedad.
Cada una de ellas lleva a cuestas una historia diferente, algunas más complicadas que otras. Marga (Nadia de Santiago) es una chica tímida y respetuosa que llega desde su pueblo a buscar un futuro mejor; Carlota (Ana Fernández) es una feminista declarada adelantadísima a su tiempo, que lucha contra la familia conservadora de la que proviene; Ángeles (Maggie Civantos) lleva más tiempo en la compañía, es muy eficiente en su tarea pero debe lidiar con un marido violento que no la deja seguir trabajando; finalmente Alba (Blanca Suárez), la protagonista, es una mujer con un pasado complicado, tiene deudas y entra a la telefónica sólo con el propósito de investigar el lugar para poder robar la caja fuerte, pero descubre que Fernando (Yon González) su amor de la adolescencia es ahora su jefe y está casado con la hija del dueño, y como si eso fuera poco y para completar el culebrón, Carlos (Martiño Rivas), el hijo mayor del dueño la de la compañía, se enamora de ella.
Con la historia de Alba y Francisco como eje principal, cada capítulo trata diferentes temas, siempre desde una perspectiva femenina, pero de un modo demasiado accesible a todo público cayendo en cliches y lugares comunes: reuniones prohibidas de mujeres sufragistas, golpes de maridos violentos, mujeres que son acosadas en el trabajo, por el simple hecho de ser mujeres, son los temas que aparecen, y que sirven como excusa para que las cuatro protagonistas se conozcan, se ayuden y construyan fuertes vínculos de amistad a pesar de las diferencias.
Si bien la historia se anima incluso a tocar temas políticos como la bomba a presión que latía en la España de esos años entre republicanos y falangistas,
los guionistas han elegido no profundizar demasiado los temas escabrosos y utilizarlos como parte secundaria y accesoria de la trama, apenas para no parecer una serie superficial, pero queda claro que aquí lo que importa es la historia romántica, el trió entre Alba, Francisco y Carlos, lo que finalmente convierte a Las chicas del cable en una novela muy similar a Velvet, una fórmula testeada, que ya se sabe que funciona de maravillas.
Visualmente la serie es impecable, y se destaca el diseño de vestuario, una herramienta más para cautivar al publico femenino.
La música merece un capítulo aparte: todo el soundtrack es en inglés, y las canciones no parecen tener ninguna relación temporal ni de estilo con lo que se esta mostrando; escuchamos baladas melosas muy estilo noventas, mientras vemos escenas en un cabaret de los años 20. Aún así después de un par de capítulos los ojos y los oídos se acostumbran y ya no molesta tanto.
A pesar de su feminismo light, Las chicas del cable es una historia sólida, un producto de buena calidad bien construido, que combina drama, suspenso y comedia en buenas proporciones, y funciona muy bien.
La química entre las protagonistas es maravillosa, la historia está muy bien narrada, y engancha al espectador desde el primer capítulo, tanto es así que la temporada 2 ya está en camino.