Este pesadillesco film traza un paralelismo perfecto con el actual aislamiento social

Los días de confinamiento obligatorio a razón del virus que azota al mundo pueden verse reflejados, en menor medida, a través de las historias sobre encierro y pandemias apocalípticas que ofrece el séptimo arte. En medio de esta cuarentena, uno de los estrenos virtuales más comentados en las redes sociales ha sido Vivarium, el thriller de ciencia ficción que tuvo su debut en el Festival de Cannes del año pasado y que promete exacerbar tu sensación de claustrofobia.

Se trata del segundo largometraje del cineasta irlandés Lorcan Finnegan (Without Name), quien en esta ocasión nos presenta una angustiante historia que se sirve de la fantasía surrealista para retratar temas como la monotonía de la vida familiar, los roles de género impuestos, el vacío y la superficialidad de los barrios residenciales y los deseos y destinos prefabricados por el sistema capitalista en el que vivimos.

Vivarium sigue los pasos de Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg), una joven pareja que se encuentra buscando su primer hogar. Al llegar a una agencia inmobiliaria, son recibidos por un excéntrico y desagradable vendedor que los conduce hasta Yonder, una nueva urbanización donde todas las casas son idénticas. Mientras Gemma y Tom visitan la propiedad número 9, el vendedor desaparece misteriosamente y pronto los jóvenes se dan cuenta de que no hay salida.

Como sacada de un episodio de The Twilight Zone, esta película nos invita a presenciar la desesperante agonía de una pareja atrapada en un mundo artificial, aislado y laberíntico. Un sitio a lo The Truman Show donde los hogares homogéneos lucen un color verde de hospital, las nubes simulan un fondo de pantalla de Windows y no existen los animales ni el viento. ¿Será este mundo Sim lo que nos espera una vez que el capitalismo termine destruyendo el habitat natural?

Vivarium, que toma su nombre por el recipiente donde se colocan a los anfibios y plantas y que recrea de modo estético el ambiente natural propicio para éstos, comienza su narrativa con imágenes de un nido con crías y huevos de pájaros siendo parasitado por un cuco. Una metáfora de como la especie humana, atravesada por la codicia y el egoísmo que fomenta este sistema salvaje, explota los recursos del medio ambiente contribuyendo a la extinción de la biodiversidad . En este sentido, la obra de Finnegan plantea qué pasaría si una especie superior a nosotros se infiltrara en nuestro “nido”.

El film adquiere otra dimensión cuando Gemma y Tom reciben en una caja un misterioso bebé con las instrucciones de criarlo para ser liberados. Una suerte de clon espeluznante que crece a pasos agigantados, grita para que le den de comer y se dedica a imitar a sus “padres” adoptivos mientras se encuentran al borde del colapso mental. Lo cierto es que cuanto menos sepa el espectador acerca de este personaje mejor, aunque el relato ya de por sí resulta bastante predecible.

Vivarium es una propuesta netamente kafkiana por su excelente uso de los patrones de repetición y espiral que destaca gracias a un excelente dúo actoral y un diseño de producción llamativo inspirado en las pinturas de Magritte, tal como la famosa El imperio de las luces, que también sirvió de inspiración para El Exorcista. Las metáforas que ilustran a la familia clase media tipo, con las ansiedades sociales y roles esclavizantes característicos, es quizá el aspecto más relevante que nos deja la obra de Finnegan. Aún así, hay que decir que dada la redundancia de su narrativa la película puede resultar tediosa y exasperante. Sin duda, se hubiera visto beneficiada en formato de episodio televisivo, ya que se nota que le sobra metraje. De todas formas no deja de ser un film distinto e interesante que no pasará indiferente en esta temporada de estrenos hogareños.