Walter White, de químico a asesino (parte 2)

Hace dos semanas publicamos la primera parte de los asesinatos en los que participa Walter White. En ese artículo hablábamos de aquellas muertes que fueron ejecutadas materialmente por el químico de Breaking Bad.

En esta última parte de este artículo veremos todas las muertes en las que Walter White ofició de autor ideológico. Contratando sicarios, hostigando mentalmente en vivo en directo, realizando actos que van a generar consecuencias terribles, dejando que la muerte atrape a la víctima… Walter White logró ser una mente criminal perfecta.

Ser el autor ideológico de un asesinato es tan grave, penalmente, como ser el autor material del mismo. Dicho esto, vamos a la nota. 

PD: algunas muertes son múltiples.

Es tal vez una de las muertes más fuertes de la serie. Hasta el mismo Cranston recuerda la escena entre lágrimas.

Jane Margolis (Krysten Ritter), novia de Jesse, insta al joven a escaparse de Alburquerque con el dinero que ganó con el tráfico de estupefacientes. Jesse le explica (mientras lo odia a más no poder) que su socio Walter White tiene su dinero. Ella lleva por un momento los pantalones de la relación y llama al Profesor de Química chantajeándolo con revelar su secreto.

Walter White, por la noche, se hace presente en la casa de Jesse, ve que el joven se encuentra durmiendo junto a Jane  e intenta despertarlo. Ambos, bajo los efectos de la heroína, no responden. Sin embargo, algo sucede: Walter White mueve a Jesse, lo zamarrea, y Jane queda boca arriba. A los segundos, la joven comienza a vomitar. Estando en un estado tan ruinoso, Jane no logra despertarse y comienza a ahogarse. Lo cierto es que en ese momento vemos cómo Walter White se enfrenta a una encrucijada: salvar a Jane sería lo moralmente correcto, pero no salvar a Jane significa continuar con el negocio y, a su vez, cuidar a su socio y casi hijo Jesse Pinkman de la adicción a la heroína. La escena es lenta y densa: con una mirada hasta un poco malvada, Walter White deja que la joven fallezca.

Terrible.

El padre de  Jane, Donald Margolis (John de Lancie), controlador aéreo, ante la noticia de la muerte de su hija, sufre un pico de stress tan fuerte que hace chocar  a dos aviones que estaban en el radar durante su horario de trabajo.

Tal vez me cataloguen de extremo al nombrar estas 167 muertes, pero tienen una lógica. Como todo en la vida, los actos acarrean una consecuencia. Y eso sucede con el choque de los vuelos Wayfarer 515 y King Air 350.

Walter White actúa, entonces, como un dios.

Gale Boetticher (David Costabile) es el némesis de Jesse Pinkman: aplicado, estudioso, bien alimentado y, sobre todo, buen químico. Encargado durante pocos días del laboratorio de metanfetaminas que Gustavo Fring (Giancarlo Esposito) construyó, Gale admira a Walter White de una manera superlativa: hasta podríamos decir que lo ama. Tanto es el respeto que, al ser despedido por el mejor cocinero de metanfetaminas de los Estados Unidos, no siente odio por él. Lo cierto es que Fring cada vez soporta menos a Walter White, sus exigencias, su soberbia y sus malos tratos y piensa despacharlo sin ningún tipo de reparos. Acto seguido, piensa darle el control absoluto de su laboratorio a Gale. Walter White ata cabos y empieza a diagramar su actuar: induce a un Jesse aún destruido anímicamente por la muerte de Jane (y que aún ve en él a un adulto cercano a una figura paterna) a que mate a Gale ya que si no lo hace ellos serán los ejecutados.

Uno menos en la competencia.

Otra muerte múltiple. La tensión entre Walter White y Gustavo Fring ya llegó a su punto más alto: Fring lo desea muerto de una vez por todas. Pero Walter White siempre tiene un as (o muchos ases) bajo la manga.

Luego de enterarse por Jesse que Héctor Salamanca (Mark Margolis) es enemigo de Fring, Walter White convence al inválido para que se vengue del zar de la metanfetamina de una manera muy ingeniosa: primero, engañando a Tyrus Kitt (Ray Campbell), guardaespaldas de Gustavo Fring, realizando una pantomima en las oficinas de la DEA, simulando una confesión contra a Fring; consecuentemente, Gustavo Fring se acerca al hospital para ancianos en el que Salamanca está recluido para matarlo al saber de su traición; por último, Walter White diseña una bomba que se activa al momento que Salamanca aprieta varias veces el botón de la campana  que lleva en su silla de ruedas para pedir asistencia, matando a los tres casi al instante.

La ciencia al poder.

La paranoia de Walter White ante la persecución a los ex empleados de Gustavo Fring por parte de su cuñado Hank Schrader (Dean Norris) es tal que contrata a Jack Welker (Michael Bowen) para que se deshaga de las vidas de estos ex colaboradores del respetado y ya fallecido (en manos del mismo Walter White, vale aclarar) Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks).

Lo cierto es que en menos de dos minutos los 10 en cuestión son liquidados.

La precisión de un reloj suizo por parte de una pandilla nazi.

Otras muertes que son consecuencia de los actos fatídicos de Walter White.

El Profesor de Química manda a matar a Jesse otra vez encargándole el trabajo a Jack Welker: es uno o el otro. Pero quien engaña es engañado: Steven Gomez (Steven Michael Quezada) y, sobre todo, Hank Schrader, con la ayuda de Jesse, le tienden una trampa. Y el pez por la boca muere. ¿Muere? No.

Asustado y preocupado por la pérdida de su dinero, Walter White guía a los oficiales de la DEA Gómez y Schrader hacia el escondite de sus millones de dólares. El zorro es atrapado. Hasta cierto punto: antes de ser detenido, Walter White llama a Jack Welker para comunicarle que Jesse se encuentra cerca de su posición. El jefe de la banda de neonazis anota las coordenadas, pero sin un supuesto éxito: al darse cuenta que su cuñado Hank acompaña a Jesse, Walter White le dice a Jack que se detenga, que no acuda a la reunión. Pero el asesino a sueldo no le hace caso: Jack Welker llega al punto de reunión, mata a Gómez, a Schrader, apresa a Jesse, roba el dinero de Walter White (aunque le deja uno de los 7 recipientes repletos de dólares) y lo libera.

Un episodio más de la locura por el poder.

Jesse, preso de Jack Welker y su banda, intenta escapar y es castigado de una forma ejemplar: viendo cómo Todd Alquist (Jesse Plemons), sobrino de Jack, ejecuta a su ¿amiga? ¿novia? Andrea Cantillo (Emily Rios).

Pero… ¿cómo  llegaron a saber los neonazis que Andrea era tan importante en la vida de Jesse? Fácil: cuando Walter White encarga la muerte de Jesse a Jack y su banda, les deja el dato de la dirección de Andrea. Y los asesinos no la olvidan.

Un acto más de la poca planificación de las consecuencias de los actos de Walter White.