El último episodio de Watchmenlogró, por fin, hacer pie firme en la historia original de los cómics a la cual le debe tanto. Con la introducción de Laurie Blake, la serie de HBO abre la puerta a todo un universo muy bien conocido por los fans de la historia de Alan Moore y Dave Gibbons y establece el puente más que necesario para ubicarnos históricamente dentro de ese universo.
Blake es, nada más y nada menos, que la segunda Silk Spectre de los cómics, sólo que ha cambiado su apellido para ahora tomar el de su padre, Edward Blake, más conocido como The Comedian. Qué llevó a Blake a cambiar su apellido, sobre todo considerando que su vínculo con su padre siempre fue complejo, es algo que, tal vez, el show de Lindelof deberá revelarnos más adelante.
El ingreso de Laurie Blake a la historia no solo sirvió para poner tensión en la investigación acerca de la muerte de Judd Crawford y para develar que, por más máscaras que se pongan los agentes policiales, los secretos a veces no lo son tanto, sino también para ordenar, como sugerimos antes, el tiempo cronológico de esta historia y cómo se vincula con los hechos del cómic.
Evidentemente, Watchmencomo serie casi funcionaría como una secuela, en la que los héroes del cómic ya han envejecido. El vigilantismo está prohibido y la misma Blake, con su pasado a cuestas, es quien se encarga de atrapar a aquellos que quieran seguir sus antiguos pasos. Nos enteramos, además, que su último amor, Nite Owl, se encuentra, supuestamente, prisionero a causa de esta prohibición. Sin embargo, para alguien que combate a los vigilantes, Blake parece bastante obsesionada con su pasado. Su apartamento lucía como una suerte de museo a sus años como Silk Spectre y hasta pudimos verla no solo mantener una “conversación” (deberíamos llamarla monólogo) telefónica con un distante Dr. Manhattan, sino también poseer un dildo azulado asemejándose al de este poderoso personaje. ¿Hay posibilidades de que Laurie no esté tan en contra de los vigilantes como su oficio deja entrever? Queda claro, por cierto, que sí la enfada la idea de que los policías porten máscaras.
A la aparición de Blakedebemos sumarle la confirmación de que el personaje de Jeremy Irons es Adrian Veidt, algo que se sospechaba desde un principio. Con el traje de Ozymandias incluido, creo que, de todas formas, debemos tomar con pinzas todo lo relacionado a este personaje. ¿Es el verdadero Veidt? ¿Acaso la serie intenta despistarnos?
Más allá de si elegimos creer o no a la confirmación, sabemos ahora un poco más: Veidt (vamos a llamarlo así hasta que se demuestre lo contrario) es prisionero en ese mundo bucólico e intenta escapar. Para ello, parece estar ideando un traje espacial que no termina de funcionar (con nuevo sacrificio de uno de sus mayordomos) y se enfrenta a un Guardián enmascarado que lo pone en su lugar. Por supuesto, no sabemos quién es ese Guardián, que misteriosamente se parece al Llanero Solitario, a quien Blake mencionó cuando estaba menospreciando al Agente Petey de camino a Tulsa.
El hecho de que, para escapar, Veidt esté creando un traje espacial, alimenta la teoría de que es prisionero de Dr. Manhattan, en Marte, a pesar de que, según Blake, a Dr. Manhattan todo le importa un cuerno desde hace 30 años. ¿Será?
Sin duda, este tercer episodio de Watchmensirve para continuar creando nudos de tensión que, eventualmente, explotarán en nuestras pantallas. La serie parece estar llevando adelante dos historias, la de Tulsa y la de Veidt, y no podemos esperar a ver cómo se conectan.