A un episodio del final, la serie de HBO sigue entregándonos episodios impresionantes - Spoiler Time

A un episodio del final, la serie de HBO sigue entregándonos episodios impresionantes

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Cada vez es más difícil saber quién es humano y quién no.

Sólo nos queda un episodio en el horizonte de la segunda temporada de Westworld y, vale decirlo, el season finale promete ser tan oscuro como el anterior. 

En Vanishing Point pudimos saber más de William y su relación con su hija Emily (y sobre el suicidio de su esposa), así como también vimos el enfrentamiento entre Dolores con la Nación Fantasma (y las consecuencias que esto tuvo para ella) y, en un costado más alentador, nos animamos a soñar con un futuro para nuestra querida Maeve. Analicemos juntos el último episodio.

La historia de William es perturbadora. Utilizando el recurso del monólogo nuevamente, arrancamos escuchándolo hablar sobre sí mismo, sobre esa oscuridad que engendra en su interior y que no había descubierto hasta poner un pie en Westworld

Podemos ver al hombre de negro en un evento social, con una relación afectuosa con su hija (algo que nos parecía inconcebible) y cuidando de su esposa, alcohólica. Hasta ese momento, William no parecía el villano que se pasea por el Lejano Oeste del parque. Es Emily quien sugiere que su madre se interne para tratar su adicción, no él.

Sin embargo, detrás de toda esa historia familiar, William tiene un encuentro con Ford, quien parece al tanto del proyecto paralelo de DELOS. Sí, el estudio y la copia de la cognición de los huéspedes del parque con el objetivo de alcanzar la inmortalidad. Y Ford, misterioso como siempre, le entrega a William una pequeña tarjeta (claramente algún tipo de tecnología), que este se cuida de esconder. 

Esa tarjeta sin embargo es encontrada por su esposa, Juliet, y en su interior contenía el perfil de William dentro del parque: el monstruo al que llamamos durante toda una temporada “el hombre de negro”. Ver esto fue lo que terminó de empujar a la hermana de Logan al suicidio.

Más allá de esto, podemos vislumbrar en el presente un William que desconfía de todo. De su propia hija, de los agentes que vienen a rescatarlo. Como bien lo indicaba su perfil, sus parámetros de paranoia son muy altos, y esto lo lleva por el camino de la perdición. No creyendo que Emily es verdaderamente su hija, le dispara. William asume que todo es parte del juego que Ford preparó para él. 

Sin embargo, no tarda en darse cuenta de su error. Emily era humana. Los rescatistas eran humanos. Eso lo lleva hasta casi quitarse su propia vida. Sin embargo, en los segundos finales, se arrepiente y empieza a buscar en su brazo con un cuchillo no sabemos bien qué. Ese método lo hemos visto para con los host, desde el brazo pueden conectarse directamente para programarlos y reiniciarlos. ¿Acaso William cree ahora que él mismo es un anfitrión? ¿O siempre lo fue y siempre lo supo, ocultándolo para nosotros? ¿Se volvió completamente loco?

Será interesante ver a William en el último episodio, ya que está decidido a destruir todo lo que se venía haciendo en el parque hasta ese momento. ¿Lo llevará a cabo? ¿O la muerte de Emily lo hará intentar recrearla en un modelo de anfitrión para que viva eternamente? Por supuesto, debemos confirmar primero si Emily está realmente muerta, claro.

Mientras tanto, Maeve sigue agonizando en la mesa de Charlotte Hale, quien ya ha logrado extraer su don y traspasárselo a otro anfitrión (nada menos que la bella Clementine). En una salvaje demostración de cómo puede funcionar el pensamiento en forma de colmena que Maeve dominaba, Charlotte decide utilizarlo para hacer que los anfitriones se eliminen unos a otros (algo así como lo que logró Maeve en Shogun World), pero a través de Clementine. Por lo tanto, pide que se deshagan de Maeve.

Quien está ahí para verlo todo es Bernard y, por ende, Ford. O su consciencia. Gracias a eso, Maeve puede escuchar las últimas palabras de Ford para ella, quien le confiesa que ella siempre fue su hija favorita y que por eso entiende que no haya podido huir del parque como él le había escrito en el código, sino que hubiese regresado por su propia pequeña. Al fin y al cabo, él está haciendo lo mismo. El mensaje es esperanzador: Ford le pide a Maeve que no se deje aniquilar. Y en esas palabras, Maeve encuentra la forma para desbloquear algo en su propio código que probablemente le permitirán salvarse, a pesar del estado calamitoso en el que se encuentra físicamente. ¿Qué será de Maeve en el último episodio? Claramente, es el futuro de los anfitriones el que está en juego con ella. 

Por último, tuvimos un enfrentamiento entre Dolores y la Nación Fantasma. Los nativos, que ya sabemos que la llaman “La Muerte“, no quieren dejar pasar a Dolores hacia el Valle Lejano. Por supuesto, la rubia anfitriona soluciona todo a los balazos limpios, con ayuda de su fiel seguidor Teddy

Sin embargo, esto le va a costar caro. Teddy se ve nuevamente partido al medio por su pasado bonachón y el monstruo en el que Dolores lo convirtió para que “pudiera sobrevivir”. Ante esto, Teddy decide quitarse la vida. Y ahora sí, la muerte es definitiva. Recordemos que con la destrucción de La Cuna, los anfitriones ya no pueden ser restaurados. Es una baja que parece dolerle a Dolores, ¿pero realmente es así? Claramente la hija de Abernathy es la villana máxima en este momento y, ahora sí, está sola contra el mundo. Veremos cómo lo resuelve en el último episodio, ya que deberá enfrentarse a Bernard, quien ha eliminado a Ford de su consciencia, pero que tampoco está dispuesto a dejar que la violencia de Dolores se siga esparciendo. 

Sin duda, el próximo domingo el season finale será para el recuerdo.

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