¿Ya nos agotamos de tanta nostalgia en el cine y la televisión?
Reboots, revivals, remakes, spin-offs, precuelas, secuelas, y live-actions son las únicas palabras que todos escuchamos últimamente de Hollywood. Yo ya estoy harta, sinceramente. Y no creo ser la única. Estoy cansada de leer a diario noticias sobre la vuelta de algún clásico en forma de serie de televisión o de la adaptación live-action de una película animada.
Por supuesto, la nostalgia vende y por eso los estudios prefieren apostar a una Propiedad Intelectual establecida antes que crear una nueva. Y eso no está mal. Pero cuando hay un exceso de contenido nostálgico, es imposible no cansarse y ya no querer más. De lo bueno poco, ¿a poco no?
El problema con la nostalgia es que no siempre se hace de manera correcta. No se trata solo de revivir o retomar una historia sólo porque tiene un gran público. Debe haber un motivo y una actualización. Pero si se aleja demasiado de lo que conocemos y adoramos de la historia, entonces ya no nos causa esa añoranza al pasado. Lo desconocemos y dejamos de tener esa sensación reconfortante al verlo.
Eso ya se vio con la franquicia de Star Wars, la gente no aceptó el cambio de Luke Skywalker en The Last Jedi. Incluso aunque la película de Rian Johnson recibió buenos comentarios por parte de la crítica, fue divisiva entre los fans. En Rotten Tomatoes tiene una aprobación del 91% de la crítica y el 42% del público.
Por otra parte, ¿cómo podemos añorar algo del pasado si está muy presente? No nos dejan respirar entre un contenido y otro. Me remito de nuevo al ejemplo de Star Wars. Tan sólo este año se lanzó la tercera temporada de The Mandalorian y la primera de Ahsoka. Además, se espera que Skeleton Crew llegue a Disney Plus a finales de este año.
También está el caso de los live-actions de Disney. Este año tuvimos dos: Peter Pan & Wendy y la Sirenita. La primera se fue directo a la plataforma streaming y la segunda sí llegó a cines, pero no tuvo un buen desempeño en taquilla. Y es que cuando se trata de live-actions, el público es aún más difícil. En el caso de la Sirenita, hubo mucho hate antes de su estreno por tener a una actriz negra como protagonista. Como dije anteriormente, el cambio cuesta porque ya estábamos acostumbrados a una Ariel blanca y pelirroja. Pero ¿qué sentido tenía volver a contar la misma historia y sólo hacer copypaste? Un producto de los 80 obviamente no tiene los mismos valores de la actualidad. Y hacer un live-action moderno ignorando el contexto social actual sería estúpido. No se puede ignorar los avances ni las luchas sociales y repetir mensajes obsoletos. Se pierde y se gana al hacer una actualización. Ese es un riesgo de la nostalgia.
Ahora, sí creo que Disney nos está saturando con sus live-actions. O al menos lo hará en un futuro. Y es que el live-action de Moana ya está confirmado. Basado en una película animada que recién se estrenó seis años atrás. Ni una década ha pasado y ya vamos a volver a revisitar esa historia. También de manera oficial se han confirmado los live-actions de Blancanieves, Lilo & Stich, Hércules, Bambi, El jorobado de Notre Dame y Los Aristogatos, y se rumoran los de La princesa y el sapo, Frozen: Una aventura congelada, Tarzán y Enredados.
En cuanto a la pantalla chica, en los últimos años se han estrenado muchos proyectos basados en películas clásicas como Willow, National Treasure: Edge of History, Grease: Rise of the Pink Ladies y Fatal Attraction. Pero todas las que he mencionado han sido canceladas tras su primera temporada. Simplemente, no lograron atrapar la atención del público ni con su nostalgia. Lo mismo ocurre con los spin-offs de grandes series como How I met your father (derivada de How i met your mother) y The Winchesters (derivada de Supernatural), ambos proyectos no pudieron replicar la magia de las series emblema y también fueron canceladas.
En resumen, el cansancio por la nostalgia se puede notar mirando simplemente los números en taquilla, las críticas del público hacia esos proyectos y las cancelaciones en televisión. El problema radica en que la nostalgia se sobreexplota por los estudios. Hay mucho material nostálgico. No hay tiempo de echar de menos el pasado cuando el pasado parece que ya está aquí. Y nunca se va. Además, lo que se extrañaba de él, se cambia, dejando un vacío en el público. Por eso, muchos de esos contenidos que apelan a la nostalgia no causan una sensación reconfortante. Ya no son familiares. Y sólo queda el sentimiento de que se ha perdido algo que antes era nuestro.