Fue hace un año que La Liga de la Justicia de Zack Snyder se liberó para su renta en streaming: al fin podíamos quitarnos de la duda sobre si realmente Josh Whedon con Warner Bros. habían cambiado mucho el corte del director original.
Las opiniones en su mayoría fueron muy positivas para una película de cuatro horas. Había muchos detractores para esta nueva visión de una misma cinta, pero los devotos del estilo de Snyder no descansaron hasta que se reconociera el trabajo del director. Pero ¿qué es lo que hace que Snyder cause tanta efervescencia mediática en las redes sociales? ¿Es en realidad un autor cinematográfico incomprendido? ¿Todo esto es un circo mediático ocasionado por bots para alcanzar algunas represalias en contra de Warner Bros.?
Primero que nada tenemos que definir qué es un autor cinematográfico. Para Alexandre Astruc en 1948, la cámara era como una pluma, y el director escribía con las imágenes que salían de su cabeza e ideas. Después, la revista Cahiers du cinéma definió al cine de autor como un estilo que el director plasma en cada una de sus películas, satisfactorio o no para los efectos de recaudación de taquilla, la firma era ineludible… como si de una huella digital se tratara.
Zack Snyder, desde los inicios de su carrera cinematográfica, era portador de un estilo visual y semiótico preponderante. Tanto así que hasta sus mismos detractores están cansados de sus ralentizaciones de la imagen para destacar una acción dentro del plano o cualquier otro elemento que ayude a contar la historia; sus planos expresivos, descriptivos y de detalle son sumamente comentados y criticados… Aún así es una firma visual que el director, bien o mal, ha fortalecido y forjado desde sus inicios. Este sello, según la descripción de los creadores de la Nouvelle vague, hace de Zack Snyder un autor cinematográfico, porque su estilo muchas veces no obedece a los objetivos estilísticos que son impuestos por las productoras para lograr ciertos números en la taquilla, sino que hace respetar su visión autoral tal cual como él la concibió, pero que también por esta misma, lo contrataron.
Justice League (2017) bajo el sello de Whedon significó un conformismo momentáneo para los fans, pero la realidad es que sí discordaba por mucho con lo que había logrado construir Snyder con Man of Steel (2013) y Batman v Superman (2016). La visión genérica del creador de Marvel había homogeneizado, al estilo de los demás super héroes, toda una visión completa. El objetivo de Snyder, también con el apoyo de Christopher Nolan, siempre fue continuar con una propuesta visual y de discurso muy diferente a lo que hacia Marvel en sus películas: mientras una era chistosa y desenfadada en su delineado de personajes, la otra era seria, profunda y filosófica. Warner no hubiera tenido problema con esta firma autoral de Snyder si no hubiera sido siempre opacada por las grandes recaudaciones de taquilla que elevaba las expectativas económicas de cada película del ahora llamado: cine de superhéroes.
Para Marvel los directores solo entran como un engranaje más que empuja una compañía momentánea compuesta por todo un equipo de actores, diseñadores, efectistas, etcétera. No hay una visión de estilo, y si existe, es reducida al mínimo. Sí, me refiero a Eternals, que ahora es considerada como una de las peores películas de Marvel, no por ser fea en su manufactura, sino por la baja taquilla que logró. Aún así es inevitable ver la firma de Zhao en los pocos planos relevantes de la película.
DC Comics se sentía como el patito feo de la industria del blockbuster al siempre recaudar menos que Marvel. Por supuesto, si algo tenemos que reconocer es que Disney logra productos dinámicos que funcionan para las grandes masas o el gran público por medio de banalizar a sus personajes y con esto podemos hablar de Thor y su caída en picada desde que Kenneth Branagh no quiso hacerse cargo de la saga hasta que cayó en manos de Taika Waititi. Lo que perdió DC Comics con la salida de Snyder fue la oportunidad de crear una consistencia estilística mucho más fuerte al resto de las demás visiones ya convertidas en clichés de los superhéroes, pero también súper quemados hasta al cansancio con chiste de pastelazo y escenas que no aportan nada a la historia.
Los directores de cine para Marvel y ahora también DC Comics son simples ejecutores de una fórmula que los minimiza al punto que su estilo se camufla con el de la productora para solo utilizar su nombre y hacer uso de su prestigio autoral que tanto le costó forjar por medio de sus producciones independientes. Taika Watiti es el ejemplo perfecto. Con What we do in the Shadows (2013) había creado un estilo propio que de inmediato supo capitalizar y también vender, al mismo tiempo que adaptarse, para intereses mayores de las grandes productoras. En resumen, Waititi es un autor cinematográfico que funciona como traje a la medida para Disney y Marvel.
Actualmente no entiendo los porqués de los ataques a Zack Snyder por parte de Warner y los haters. Pero claro está que es gracias a su sello distintivo que hoy seguimos hablando de él en las redes sociales y no de los Russo, ni tampoco de Taika. Es su huella tan independiente y visual lo que hace que los que lo defenestran tanto, lo odien aún más. Es su visión de director lo que ocasiona que hoy en día se estrene nuevamente su Liga de la Justicia en streaming y ocasionar tendencia de compras, pero también comentarios trending topic en Twitter.
Hoy en día se habla más de Zack Snyder’s Justice League que la decaída visión pueril de Marvel cuya estocada final fue un Thor payasesco que divierte pero que no se queda en la mente del espectador y que lleva a sus fans a una insatisfacción absoluta por ver algo realmente que lleve a algún lado, pero que solamente refleja vacío argumental y creativo.
