Aftersun es una exploración conmovedora del dolor, la depresión y la memoria - Spoiler Time

Aftersun es una exploración conmovedora del dolor, la depresión y la memoria

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¿Quién no querría volver a ser niño, aunque sea en cuanto a los pensamientos? Aftersun llega a MUBI el 6 de enero.

¿Cómo se dice adiós a un recuerdo? Para Charlotte Wells, se logra desenterrando su inmenso poder, típicamente escondido en un fragmento de un todo y dejar que la cámara avance. La directora escocesa encuentra la respuesta en algún lugar del expansivo mundo emocional de Aftersun, su ópera prima.

Crédito: IMDb

La película transforma una semana en una eternidad cuando Calum (Paul Mescal) y su hija de 11 años, Sophie (Frankie Corio), se reúnen para unas vacaciones en la costa turca, armados con una videocámara para capturarlo todo. Entre los cielos azules brillantes y los tonos rosa de la piel bañada por el sol, el tiempo permite tantas cosas que casi podemos ver cómo los momentos se convierten en recuerdos.

Once son los años en que la distancia entre hijos y padres se convierte en un abismo, y Aftersun habita, precisamente, en esa brecha cada vez más profunda. Incluso cuando interactúan, padre e hija parecen poseer una sinergia afectiva, una tranquilidad más allá de las palabrerías emana de la forma en la que Sophie anticipa su preocupación y libera un “estoy bien” sin siquiera levantar la vista. Si bien, sus conversaciones podrían considerarse alegres, también existen silencios que delimitan una línea de diálogo. De hecho, la película está tan atenta –y consciente– a sus cambios tonales, que ofrece una variedad de tipos de silencios: cariñosos, graciosos o conflictivos, pero nunca el mismo tipo dos veces.

La cinematografía de ensueño de Gregory Oke subraya simultáneamente la neblina soleada de un verano playero y los bordes suaves de la memoria. Entre los días de descanso en la piscina, los viajes al restaurante del resort y las interacciones con los otros huéspedes, vemos clips del video casero filmado por Sophie o Calum. Casi siempre encuadra a Sophie junto con Calum en un plano medio o a detalle. Pero cuando observa a Calum solo, la cámara retrocede, permitiendo solo una vista obstruida, reflejada o desde lejos, como si la melancolía uniera a la persona y la memoria.

A pesar de una melancolía subyacente, Calum apunta a la superación personal a medida que envejece. En su equipaje hay libros sobre Tai Chi y meditación. Y, a pesar de todas sus diferencias, él y Sophie se comunican. Ella le cuenta que besó a Michael, un chico que conoce durante sus vacaciones. Calum la anima a hablar con él sobre cualquier cosa. Son momentos como estos los que crean una inmensa intimidad, exactamente como lo pretendía Wells: como si estuviéramos echando un vistazo a algunas imágenes de películas caseras.

Crédito: MUBI

La banda sonora cuenta una historia por sí sola, como Tender de Blur, una canción cuyo título resume los sentimientos que evoca Aftersun, llega deformada y mareada en una versión distorsionada. Sin embargo, los reflectores están sobre una canción interpretada por Queen y David Bowie: Wells selecciona audazmente Under Pressure, tanto que adquiere un significado poderoso y emotivo mientras Freddie Mercury canta “este es nuestro último baile” a la par que Sophie del pasado y el presente intentan reconstruirlo todo.

Para Sophie, su padre se siente cercano y, sin embargo, irreconocible: puede bailar, hacer tai chi e idear actividades divertidas, pero su mundo interior sigue siendo un misterio salvo por tales manifestaciones, que se vuelven crudas a través de la interpretación de Mescal de una profundidad demoledora. Aftersun entrega todo su amor a un pasado reimaginado, mientras perfora el presente. Los recuerdos siempre tienen sus puntos ciegos. Recuerdas los momentos brillantes, mientras bloqueas los más oscuros. No es, hasta que miras hacia atrás y los desempacas como adulto que ves su profundidad.

A lo largo de la película una escena atraviesa la lentitud del verano repetidamente y con un ritmo deslumbrante. Fragmentos de un rave aparecen entre las señales de luces parpadeantes, para revelar a una mujer mayor –supuestamente Sophie– bailando, su mirada vagando entre la multitud. A medida que la secuencia se desangra en la línea de tiempo del ‘pasado’ con un uso hipnótico de Under Pressure. ¿Es real? ¿Es un sueño? Su superposición funciona como metáfora de toda la película como un juego para volver a imaginar al otro.

Resulta difícil describir Aftersun, porque todo y nada sucede al mismo tiempo. Aunque lo que sucede en la pantalla puede parecer mundano, está empapado de subtexto. La depresión de Calum sigue siendo un misterio apenas vislumbrado, los planos de él reflejado en la pantalla de televisión y la superficie de una mesa sirven como recordatorios visuales de lo que batalla. Llega el momento en el que comienzas a entender a tus padres como personas separadas de ti, cuyas vidas se extendieron mucho antes de tu llegada y contienen vastos reinos invisibles.

En cierto modo, todo Aftersun se desarrolla al revés en sus primeros cuatro minutos cuando vemos que se rebobina una cinta, cuya distorsión aún recuerda a unas vacaciones familiares. En consonancia con esa proximidad, la fascinación de Wells por la forma en que el pasado y el presente coexisten, se centra en los puntos de erupción, el goteo lento, la pegajosidad de la memoria como helado en mano en un caluroso día de verano.

Aftersun no es una recreación de un recuerdo –aunque el acto de recordar es, obviamente, el núcleo–. Se trata de cuadrar la intimidad de ser cuidado como un niño con la perspectiva de ser un adulto. Se trata, más que nada, de querer cruzar el tiempo y conocer a un ser amado en un espacio imposible, donde, por una vez, ambos están en el mismo nivel y finalmente puedes entenderlos por quiénes son, o quiénes eran.

Aftersun llega a MUBI el 6 de enero.

Video
https://www.youtube.com/watch?v=Qc9NcoVXWUo

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