Se estrenó la segunda temporada de la serie diablera mexicana de Netflix.
Luego de una primera entrega llena de humor, buenos efectos, personajes oscuros, dramáticas actuaciones, no podíamos más de esperar para conocer cómo esta turma iba a seguir.
Ni bien empieza, nos ponemos al tanto sobre qué ocurrió con los protagonistas desde que Ventura fuera absorbido por el vórtex infernal al salvar a su hija y a la humanidad en su totalidad. Los 3 que quedaron de este lado del reino de los vivos (Keta; Elvis y Nancy) reciben señales del cura sobre una llave y una puerta que no debe cerrarse. Así, toman la decisión de bajar al inframundo y la forma no podía ser mejor, tienen que meterse en un lavarropas.
En ese reino de ciénagas uno empieza a olvidarse lo que es estar vivo: para evitar quedarse para siempre Elvis se apura y consigue (gracias a un acuerdo con la muerte) volver a la realidad.
Una vez “aquí” la relación con Isaac y sus hijas vuelven al costado gracioso del show, sí, pero en ese mismo momento todo se interrumpe y se da lugar a una especie de show ochentoso de horror. El humor se corre para empezar a seducirse con lo más monótono de las novelas de la tarde, femme fatales vestidas en ropas negras apretadas (Ela Velden como Lupe), recitando un guión, sin mayor emoción.
No entrando en datos que denuncien la serie, me veo en la obligación de contar que los héroes se terminan enfrentando a una cofradía (que en la anterior temporada pertenecía a la Iglesia y ahora -¿presión mediante?- es de unos locos míticos) que utiliza demonios, para evitar que se cierre la puerta que permite la entrada de los ángeles a nuestro mundo.
Si bien hay una virada hacia el empoderamiento femenino muy positivo de Keta, quien se descubre como la Coatlicue (momento, pero Nancy nos hace retroceder con ciertas actitudes muy infantiles…) lamentablemente uno termina penando en los desvaríos innecesarios de un guión muy complicado y capítulos en los que nada sucede. Pero eso sí… el final augura una bastante interesante vuelta de tuerca para la tercera entrega.
Esperemos que los espíritus del más allá vuelvan a poseer a los creadores.
🙂
PD: reiteramos el pedido a los creadores para que bajen la intensidad de los localismos ya que, por su calidad, es una serie para exportar.
