Attack on Titan continúa en el 2023 y el final de temporada nos terminó de romper el corazón

El pasado 3 de abril la segunda parte de la temporada final de Attack on Titan llegó a su final con el episodio 87, titulado The Dawn of Humanity, y la sorpresa de que no se trataba de un series finale sino de una nueva pausa, esta vez hasta el 2023, cuando una tercera entrega de esta última temporada llegará para, probablemente ahora sí, ponerle fin a la historia creada por Hajime Isayama.

Con esta nueva entrega programa para el próximo año, Attack on Titan llegará a la década en la pantalla chica y se convierte, sin dudas, en uno de los animes más importantes de los últimos tiempos.

Attack on Titan no es una serie sencilla. Su trama, que involucra cuestiones fantásticas como la aparición de unos gigantes llamados titanes capaces de aplastar y devorar a la humanidad, es en realidad una gran excusa para hablar de la libertad, la guerra, la discriminación y el trauma generacional. Por eso, quizás, sea tan difícil enmarcarla en un género o, también, tomar partido por unos u otros de sus protagonistas.

La segunda parte de la cuarta temporada no es la excepción. En ella, Eren Jaeger, ese niño que vimos crecer en estos 10 años en pantalla, se termina convirtiendo en un genio retorcido que busca justicia por lo que el mundo ha hecho padecer a los suyos, a ese universo reducido en el que vivía detrás de unos muros, intentando escapar de los horrores de los titanes.

A pesar de las atrocidades que pretende Eren (aniquilar absolutamente a toda la humanidad utilizando el poder conocido como “retumbe”, que despierta a todos los titanes endurecidos que construían las murallas que protegían la Isla Paradis), es difícil no entenderlo. Lo hemos visto perder y arriesgar todo. Hemos visto también el odio que el mundo le expresa a los eldianos, a los sujetos de Ymir, manteniéndolos incluso en campos de concentración y utilizándolos como soldados en sus guerras, como si fueran descartables.

¿Cómo no entender el odio de Eren? ¿Cómo no pretender justificarlo cuando hemos visto todo eso? Attack on Titan nos prepara bien para no convertir a Eren en un héroe: durante toda la cuarta temporada nos muestra también la inocencia perdida de Gabi y Falco, en una suerte de paralelismo con lo que hemos visto de Eren, Armin y Mikasa, para entender que las historias contadas a medias a los oprimidos siempre generan violencia. El odio de Gabi es el odio de Eren, dado vuelta. Y eso logra ponerlo todo en perspectiva.

¿Es Eren un genocida? ¿Era mejor el plan de Zeke que pretendía evitar que los eldianos se sigan reproduciendo? Ambos planes son igual de crueles y los dos perpetúan el odio entre poblaciones y la vergüenza por algo que no se ha elegido. Mientras Eren decide convertirse en el monstruo que todos creen que es, Zeke pretendía borrar las marcas de un pasado que construían la identidad de un pueblo entero.

Como decíamos en un comienzo, Attack on Titan no es una serie sencilla. Más allá del hype y el fervor con que se vive cada episodio, las batallas espectaculares y lo llamativo de tener unos titanes capaces de arrasar con la humanidad entera, la serie plantea preguntas complejas y mantiene un cuidado especial en no tomar partido por nadie. Eso se lo deja a sus espectadores, que a veces encuentran (encontramos) nuestros corazones divididos queriendo justificar lo injustificable solo porque hemos acompañado a determinados personajes durante demasiado tiempo para creer que son completamente viles.

Por supuesto, ninguna serie que no fuera excelente y compleja podría haberse mantenido al aire durante tanto tiempo (una década ya), con pausas larguísimas entre temporadas, con fanáticos tan dispuestos a verla como el primer día. El 2023 será, seguramente, el final definitivo de Attack on Titan y, quizás, para ese entonces, podremos decidir de qué lado estamos, si es que se puede elegir un bando en una guerra tan cruenta como la de este anime.