Campeones es una efectiva historia para recargarse de buena vibra

Después de un éxito sin precedentes en el cine español, como era de esperarse, llega el turno de la versión norteamericana de Campeones titulada Champions, dirigida por Bobby Farrelly y protagonizada por Woody Harrelson, una historia de superación de un equipo de basquetbol conformado por personas neuro divergentes.

Los hermanos Farrelly nos trajeron en la década de 1990 grandes películas de comedia como Dumb and Dumber, Loco por Mary, Irene yo y mi otro yo, y más. A partir del 2012 decidieron separarse y Peter se fue al camino del drama logrando ganar el Oscar a mejor película por Green Book, en una decisión que fue dividida, pero que lo colocó como un gran artífice de melodramas. Ahora es el turno de Bobby, el otro hermano que no había hecho nada en solitario y que, alejado por primera vez de su pariente, tuvo la gran misión de adoptar el éxito español.

Champions (Campeones) espera conquistar los corazones de la audiencia ahora con su estreno en cines.

La historia no cambia. Se nos presenta a Marcus (Woody Harrelson), un entrenador de baloncesto gruñón y bebedor cuya carrera se tambalea después de ser despedido de su equipo de ligas menores y arrestado por conducir bajo los efectos del alcohol. El castigo que le ordena el juez es cumplir 90 días de servicio comunitario. Tiene que dirigir a un equipo de baloncesto de las Olimpiadas Especiales, mientras buscan ascender en la liga regional y cohesionarse como un equipo de verdad. Obviamente, los problemas a los que se enfrentará son los típicos de las películas de deportes y discapacidad. Y como es de esperarse, Marcus pronto se enfrentará a un cambio significativo en su vida, provocado por el carisma y la inocencia de los jóvenes jugadores.

Al final, el valiente equipo tendrá que luchar contra viento y marea para abrirse camino y hacer un buen papel en la olimpiada.

A diferencia de su hermano, Bobby nos presenta una historia que tiene citas al previo trabajo de los hermanos. En Loco por Mary, el personaje de Matt Dillon trata de impresionar a Cameron Diaz mintiendo acerca de su servicio comunitario. Además, el hermano de Mary tenía un problema mental que ponía en aprietos a sus pretendientes. Por otro lado, aquí protagoniza Woody Harrelson, quien apareció en Kingpin. Pero a diferencia de aquellas ocasiones aquí el mal gusto y la irreverencia se han eliminado del mapa (para bien o para mal).

Los hermanos Farrelly de hace tres décadas eran todo menos politícamente correctos, ahora todo ha cambiado y Bobby plantea no una burla, sino una celebración de la sensibilidad y el triunfo del espíritu humano sin arriesgarse a sacar su lado más cómico e irreverente, y eso para nada es malo. Sin embargo, la historia está contada a dedillo “según el libro” y no hay reminiscencia alguna hacia lo que los hizo famosos en los 90.

Por el lado del guion, esta nueva versión de Campeones (cuya original ganó varios Premios Goya) fue reescrita por Mark Rizzo, quien se apega mucho al original, aunque la mayoría de los cambios (sobre todo en la vida amorosa de Marcus) mejoran lo presentado en la original. No hay duda que esta versión está mejor hecha y rebaja un poco la crueldad con la que eran tratados Los Amigos en la historia original.

Las actuaciones del elenco que conforma el equipo también es un gran acierto, todos ellos son auténticos, y la cinta se distingue por mostrar que los jóvenes pueden vivir completamente independientes a pesar de tener una discapacidad.

La dirección de Farrelly es bastante efectiva con la inclusión de canciones clásicas de la década de 1990 que ya rayan en el cliché. Por momentos parece que la película se va a intoxicar de tanta condescendencia, pero al atinado guion hace que la película se salve y se vuelva un himno a la vida, cuya música de base es Tubthumping de Chumbawamba.

I get knocked down, but I get up again
You are never gonna keep me down

(Me derriban, pero me levanto de nuevo
Nunca me vas a mantener abajo)

En conclusión, Champions (Campeones), el debut como director en solitario de Bobby Farrelly, es una celebración del espíritu humano, que reivindica la capacidad de las personas “diferentes”. No hay aquí chistes malos, ni burlas, ni (tanta) condescendencia: es una efectiva historia de superación a través del deporte que los hará salir del cine con una sonrisa, recargados de buena vibra y cantando al ritmo de Chumbawamba.

🙂