El pasado 20 de Marzo Netflix puso a disposición mundial una película española que venía haciendo mucho ruido entre la crítica tras haber ganado el Festival de Sitges, donde se presentan los mejores films de fantasía y ciencia ficción. El Hoyo es la ópera prima del vasco Galder Gaztelu-Urrutia y merece toda la atención que se le está prestando.
El Hoyo comienza cuando Goreng se despierta en una especie de celda, en la que solo hay dos camas, una suerte de baño y un hueco en el medio, a través del cual pueden verse niveles iguales al de él, tanto por encima como por debajo. Con Goreng, en esa celda, también se encuentra un viejo que no parece muy dispuesto a responder preguntas, pero que finalmente será quien lo inicie en El Hoyo. El viejo, que dice llamarse Trimagasi, le cuenta que todos los días bajará por el hueco una plataforma con un banquete o, mejor dicho, lo que quede de él: los pisos superiores comerán antes que ellos, así que sus sobras serán su alimento y así hasta el último piso de El Hoyo. Los niveles, que parecen interminables, dejan ver que es imposible que el banquete llegue hasta el último nivel con comida para todos, por lo que, sin dudas, hay alguien que está pasando hambre en esa estructura tortuosa.
Este sitio, El Hoyo, está regenteado por La Administración, y funciona tanto como una prisión alternativa, como una suerte de tratamiento de choque. Nuestro protagonista, Goreng, decidió meterse allí por seis meses para conseguir un título homologado y, de paso, aprovechar para dejar de fumar y tener tiempo para leer el clásico de la literatura, Don Quijote de la Mancha. Pronto se dará cuenta Goreng que su estadía en El Hoyo será todo lo contrario a un retiro de lectura y el salvajismo tomará la delantera.
Con más de 200 niveles, entre los cuales te van moviendo mes a mes, El Hoyo se transforma en una experiencia angustiante. Mientras que en los niveles superiores siempre tienes comida a disposición, en los inferiores debes hacer cualquier cosa para sobrevivir. El canibalismo, por supuesto, no está fuera de la ecuación.
La película, que funciona muy bien como una metáfora de la distribución de la riqueza, juega a mostrarnos de forma completamente despiadada la lucha de aquellos que no tienen casi nada para sobrevivir. El Hoyo no escatima en escenas violentas, sangrientas y opresivas que solo los de estómago fuerte podrán resistir.
Por momentos, el film nos hace acordar al film alemán del 2001, Das Experiment, donde un grupo de personas interpretaba un rol en una prisión, ya sea como reclusos o como carceleros, hasta que todo se salía de control. El Hoyo juega con esa idea de experimento social en el que el salvajismo terminará desatando una rebelión que intentará cambiarlo todo.
Pero...
Mientras que la duración de la película es acertada (una hora y media nada más) para mantener la tensión, sobre el final se deshace un poco. El intento de oscurecer lo que sucede finalmente con Goreng hace perder el peso del mensaje que la película desea enviar.
En resumen
Netflix ha hecho una gran apuesta con El Hoyo y sale victorioso de ella. La película española cumple con entregar una hora y media de tensión, invitándonos, además, a una reflexión acerca de la sociedad en la que vivimos, reflejada en esas celdas y en ese banquete que no alcanza para todos.
