Aún no puedo creer que Jóvenes Altezas haya terminado para siempre. Me cuesta creer que ya no veré más de Wilhelm y Simon. Sinceramente, cuando la serie se estrenó en julio de 2021 por Netflix y la vi por completo de una sentada, supe que sería un gran éxito, pues tenía todo para triunfar, desde una trama interesante hasta un talentoso elenco. Así que cuando se anunció que la tercera temporada sería la última de la serie, tenía miedo de que el final no fuera satisfactorio… pero afortunadamente no fue así.
“Jóvenes Altezas” concluyó con un final satisfactorio
El episodio final de Jóvenes Altezas fue todo lo que esperaba y más. Y es que luego de ver el quinto episodio, dudaba que la serie fuera capaz de cerrar todas sus tramas en tan solo 50 minutos. Sin embargo, la creadora Lisa Ambjörn me calló la boca. Encontró una manera de darle una conclusión a todas las tramas y juntar a los protagonistas sin que se sintiera forzado. Además, hubo demasiados guiños a momentos y escenas de las temporadas anteriores y como fan se agradece.
Me encantó que Wilhelm renunciara a la corona no por Simon, sino por sí mismo. Porque ser el príncipe heredero era algo que no quería y le estaba costando su salud mental. Wilhelm siempre se cuestionó el papel de la realeza en la sociedad. Y abdicar era la única manera en la que podría ser feliz y libre.
Y esa escena donde Wilhelm corre para detener el auto de Simon, me pareció muy bella para cerrar la serie. Parece sacada de una romcom, pero me encantó. Después de tanto sufrimiento, merecíamos algo así de empalagoso.
Aunque, definitivamente, rompí en llanto cuando apareció el montaje de todos sus momentos juntos, desde la primera temporada hasta la actual, y luego cuando Wilhelm rompe la cuarta pared por última vez. Esta vez, con una sonrisa. Porque por fin logró ser feliz (aquí resalto la excelente actuación de Edvin Ryding, que me dejó sin palabras durante toda la temporada).
Por otra parte, me gustó que Sara y August no se quedaran juntos. Fue agridulce, pero necesario. Admito que tenían mucha química, pero Sara tenía razón. August solo le gustaba estar con Sara por la versión de sí mismo que era cuando estaba con ella. Y a la larga, una relación asó no hubiera funcionado.
También me pareció poético el final de August. Durante toda la serie, August quiso pertenecer a la realeza, él quería ser rey. Y muy tarde entendió que no era una bendición, sino un castigo. Sobre todo, cuando sus amigos le hacen ver que está bien estar cerca de la realeza por los privilegios, pero no ser de la realeza, pues eso involucra muchas responsabilidades y restricciones.
Asimismo, me gustó que la serie arreglara la relación de Felice y Sara. Su amistad es una de las cosas que más me gustó de la serie. Sara merecía su arco de redención y tener una amistad bonita. Después de todo, ambas se entendían muy bien. Y Felice podía ser 100% honesta con ella.
Sin embargo, a nivel general, siento que la tercera temporada me quedó a deber. Fueron seis episodios donde Wilhelm y Simon se la pasaban peleándose y reconciliándose debido a su falta de comunicación. Y por momentos, eso hizo que sintiera repetitiva la serie.
Otro punto negativo que le encuentro a la temporada final es que quiso abarcar mucho en pocos episodios, y los temas no se exploraron de manera adecuada. Por ejemplo, el racismo que sufre Felice se reduce a un par de diálogos y el tema del abuso escolar nunca se aborda a profundidad. Nunca se muestra que los maestros se interesen en hablar de ese tema con los alumnos para concientizarlos del problema sistémico que hay en el internado.
En resumen, la tercera y última temporada de Jóvenes Altezas fue muy repetitiva, lo que me frustraba por momentos. Sin embargo, el episodio final supo solucionar todos los problemas y entregar un final digno para la serie.
