La Tragedia de Macbeth es una impresionante puesta en escena de Joel Coen, pero…

“¡Salve Macbeth que en el futuro serás Rey!” es la profecía que las brujas le dan a Macbeth cuando lo encuentran. “¡Tú no serás Rey, pero serás padre de reyes!” es la profecía paralela que las brujas lanzan a Banquo, acompañante de Macbeth. ¿Qué es lo que ocasiona la tragedia de Macbeth en la obra clásica de Shakespeare entonces? Traición, asesinato, locura son los ingredientes y uno es el peldaño del otro. Macbeth, al recibir la profecía, se llena de prisa y de codicia. Poco después quiere torcer el brazo de su predestinación sin saber que lo que hace es acercar con premura, la cercanía de su propia ruina.

Recordemos brevemente la escena de La Pitonisa en The Matrix, cuando ella le pide a Neo que tome una galleta; sabe que no lo va a hacer y eso provoca que Neo lo haga, en acción de controlar su propio destino, a lo que La Pitonisa le pregunta: “si yo no hubiera dicho nada, ¿la hubieras tomado?”. Esta acción netamente humana la acciona Macbeth. No quiere esperar a que su destino se cumpla adelantándose a mover fichas que no le corresponden ordenando matar al Rey Duncan con el objetivo de acelerar su ascenso. No obstante, el destino, en la propia preconcepción de la profecía, ya contemplaba la manipulación de Macbeth y es precisamente ocasiona que él lo cumpla, de otra manera no hubiera sucedido.

Esta nueva adaptación de la obra clásica de Joel Coen titulada The Tragedy Of Macbeth (La Tragedia de Macbeth) aborda los hechos de forma enteramente distinta, pero sí es una de las más apegadas al texto shakesperiano.

La predestinación y el destino. Son conceptos complejos que no alcanzamos a entender y que su vaticinio es un arma de doble filo cuya paciencia puede ocasionar su cumplimiento, pero forzarla causaría la ruina de su receptor. Sin embargo, si no hubiera sido dicha, ¿se hubiera cumplido de la misma manera bajo la propia ignorancia? Shakespeare juega con las decisiones humanas, pero también con las propias repercusiones haciendo de las consecuencias un laberinto del cual muchas veces nunca se puede escapar y que, al mismo tiempo, también estaban contempladas en las reglas del cumplimiento de la profecía.

Joel Coen retoma el texto de Macbeth para hacer un montaje estilizado y grandilocuente en su lenguaje visual aunque discreto, acompañado de rasgos que muestran una eterna influencia del expresionismo alemán con un gran manejo de la luz que hace parecer que los sets sean más grandes de lo que parecen. Todo es compuesto a manera de una gran teatralidad que remonta al teatro clásico por sus diálogos en verso en conjunto con un movimiento de cámaras que hace que uno se sienta en la primera fila de un teatro, con imponentes escenarios que logran imponer una atmósfera lo bastante densa que cada vez se vuelve mucho más oscura y claustrofóbica.

Las actuaciones de Denzel Washington y Frances McDormand son imponentes y sus personajes, desde el punto de vista de los lentes de la cámara, nunca se ven pequeños dentro de los visualmente imponentes escenarios expresionistas gracias a la fotografía de Bruno Delbonnel que logra composiciones pensadas para ser vistas en imágenes de blanco y negro. Delbonnel sabe jugar con las características del expresionismo y colocarlas a favor de la propia puesta en escena de una tragedia shakespeariana.

La cinta de Joel Coen da por sentadas muchas cosas en el espectador. De la mitad hacia su final parece querer apresurarse al fatídico destino de sus personaje y todo sucede demasiado rápido, mientras que en toda la primera mitad todo es demasiado lento. En pocas palabras, es anticlimática.

Joel Coen logra una gran puesta en escena, imponente en todo sentido y enteramente cinematográfica. También saca lo mejor de sus actores, de sus escenarios e imágenes con un poderoso texto clásico de Shakespeare por delante. Sin embargo, aquellos que no conozcan la historia y la forma de las narrativas visuales expresionistas que ocupa en su textura más evidente, les parecerá aburrida.