Los 4 Fantásticos: el reboot que salió mal - Spoiler Time

Los 4 Fantásticos: el reboot que salió mal

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A una década de su estreno, repasamos el caos detrás de Fantastic Four, su tono fallido, los recortes y lo que nunca vimos en pantalla.

El 7 de agosto de 2015 llegó a los cines una de las películas más esperadas —y luego más rechazadas— del universo Marvel: Los 4 Fantásticos, un reboot con jóvenes talentos, un enfoque más serio y un director con prestigio indie. Diez años después, su legado no es el de una gran reinvención, sino el de uno de los fracasos más notorios del cine de superhéroes.

¿Cómo una franquicia tan querida terminó convertida en un experimento fallido? La respuesta está en un cóctel de decisiones creativas arriesgadas, un estudio intervencionista y una visión que nunca terminó de cuajar. Aquí desmenuzamos la anatomía de este desastre.

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La idea parecía prometedora. Tras el éxito de Poder sin límites (2012), Josh Trank fue fichado por 20th Century Fox para dirigir una nueva versión de Los 4 Fantásticos. En lugar de repetir la fórmula colorida de las películas anteriores, se apostó por un tono oscuro, más científico, casi de ciencia ficción “seria”.

El elenco juvenil y talentoso sumaba puntos: Miles Teller como Reed Richards, Michael B. Jordan como Johnny Storm, Kate Mara como Sue Storm y Jamie Bell como Ben Grimm. Todo indicaba una reinvención radical, más realista y menos caricaturesca.

Pero desde el principio hubo señales de que el proyecto no marchaba bien. Rumores de peleas en el set, regrabaciones forzadas, un guion modificado varias veces y un estudio cada vez más preocupado por el rumbo de la película empezaron a filtrarse en los meses previos al estreno.

Uno de los aspectos más discutidos de Los 4 Fantásticos es que su versión final no pertenece realmente a nadie. Josh Trank, en un célebre tuit que luego borró, escribió la víspera del estreno:

“Hace un año tenía una versión fantástica de esta película. Y probablemente nunca la verán. Así es la vida”.

Este mensaje confirmó lo que muchos sospechaban: el estudio había intervenido de manera drástica en la posproducción, reeditando el material y agregando nuevas escenas que rompían con la visión original. El resultado es una película fragmentada, fría, con una narrativa que se derrumba tras el primer acto.

Lo que empieza como un relato de descubrimiento científico se convierte abruptamente en una historia de acción mal ensamblada, con un clímax apurado y un villano —Victor Von Doom— que apenas tiene desarrollo.

Una de las apuestas más inusuales de Trank fue acercar la historia al body horror, con influencias visuales cercanas al cine de David Cronenberg. La transformación de los personajes —especialmente de Ben Grimm y Reed Richards— tiene un tono perturbador, casi clínico.

En lugar de superpoderes deslumbrantes, hay dolor, mutaciones físicas, cuerpos que se retuercen. La escena donde Reed estira su brazo inconscientemente no despierta asombro, sino incomodidad. Es una visión más de pesadilla que de aventura.

Aunque interesante como experimento visual, esta decisión chocó con la esencia de los personajes, tradicionalmente optimistas y con un espíritu familiar muy definido en los cómics.

Una de las grandes ausencias emocionales de esta versión es la química de grupo. Los 4 Fantásticos, conocidos como “la primera familia Marvel”, brillan en los cómics por su camaradería, sus tensiones fraternales y su vínculo afectivo.

Nada de eso sobrevive en la cinta de 2015. Los personajes apenas interactúan como equipo, y cuando lo hacen, es con frialdad y desconfianza. No hay sentido de unidad ni de aventura compartida. El espíritu colaborativo que define a Los 4 Fantásticos —incluso en sus momentos más disfuncionales— se pierde por completo.

Visualmente, la película tiene momentos rescatables: laboratorios clínicos, dimensiones paralelas con estética minimalista, iluminación sobria… Pero todo se siente como si proviniera de otra franquicia, más cercana a Prometeo o Interestelar que al mundo Marvel.

El estilo apagado, tanto en paleta como en ritmo, deja de lado cualquier rastro de diversión. Las secuencias de acción son pocas y poco memorables. El clímax, una batalla interdimensional contra Doom, carece de impacto emocional y se resuelve de forma abrupta. En resumen, la estética no salva al conjunto. Es un esqueleto bien vestido, pero sin alma.

Existen reportes de que la película original tenía 40 minutos más de metraje, escenas eliminadas que desarrollaban la relación entre los personajes, un tono más cohesivo y un enfoque más pausado en la transformación de los protagonistas.

Algunas imágenes de los tráilers no aparecen en la película. También se habló de un segundo acto completamente reescrito y una pelea entre el director y los ejecutivos del estudio, quienes temían que la película fuera demasiado “lenta” para atraer al público adolescente.

Esas escenas probablemente permanezcan en bóvedas o discos duros, condenadas a no ver la luz. Y con el tiempo, se convirtieron en leyenda dentro del fandom, como el Snyder Cut de Los 4 Fantásticos.

A diez años de su estreno, Los 4 Fantásticos (2015) sigue siendo una advertencia sobre lo que ocurre cuando una visión creativa choca con las exigencias del estudio. Un proyecto que intentó reinventar una franquicia desde el dolor, el miedo y la ciencia ficción adulta, pero que terminó siendo mutilado hasta quedar irreconocible.

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