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Review: Agente secreto, el ADN violento de Latinoamérica

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Así, la película de Mendonça Filho, aunque anclada en la dictadura brasileña de 1977, resuena profundamente en un contexto latinoamericano contemporáneo donde el miedo, la impunidad y la connivencia entre el poder y el crimen siguen siendo males estructurales.

1 Prólogo

La película Agente Secreto (O Agente Secreto) de Kleber Mendonça Filho, ambientada en Recife en 1977, en pleno Carnaval y bajo el yugo de la dictadura militar, es más que un simple thriller político; es una obra sofisticada, coral y juguetona que desvela los recuerdos más oscuros de la represión brasileña. El film utiliza la figura del espía para reflexionar profundamente sobre la memoria reprimida y las heridas que persisten en América Latina.

El director se consolida como uno de los autores más influyentes del cine latinoamericano actual al ofrecer una mirada crítica e intensa. Su cine no se limita a narrar historias, sino que las transforma en reflexiones sobre la identidad, la libertad y la memoria colectiva.

2 Marcelo, la dualidad del agente

Marcelo/Armando, es un hombre en fuga que encarna la resistencia frente al autoritarismo, aunque es más un símbolo que un héroe convencional. Su búsqueda de identidad —y de un registro que pruebe la existencia de su madre desaparecida— sirve como hilo conductor para explorar cómo los regímenes autoritarios manipulan el olvido.

El contexto social en el que se desarrolla Marcelo es uno de paranoia y violencia cotidiana. La cinta sumerge al espectador en un Recife opresivo, con el calor, los cines decadentes y los autos vintage como telón de fondo. Se muestra una sociedad donde:

 La corrupción policial y las desapariciones forzadas son habituales.

 La policía opera con completa impunidad, realizando registros violentos y arbitrarios, buscando drogas o armas, mientras que un cadáver putrefacto en la calle no les interesa.

La acción oscila entre lo tenso y lo absurdo, con diálogos intrincados y una trama poblada de burócratas siniestros y asesinos.

Hay referencias a ataques homofóbicos y se insertan comentarios geopolíticos, mencionando incluso la represión violenta de mayo del 77 en Luanda a través de una pareja de angoleños.

2 La ley del terror de la dictadura

El Oscuro Contexto Político de Brasil en los 60 y 70. El golpe cívico-militar de 1964 interrumpió la incipiente democracia representativa de Brasil. La dictadura se mantuvo superficialmente como un régimen que conservaba instituciones como el parlamento y el sufragio universal, pero en esencia fue un período de represión y terror.

La década de los 60 y 70 fue compuesta por un complejo contexto político y social:

Anticomunismo y Militarización: El temor al comunismo, especialmente tras la crisis cubana, fue un motor para el golpe. El régimen se instaló para contener cualquier avance de izquierda.

Represión y Violencia Estatal: Con el Acta Institucional No. 5 (AI-5) de diciembre de 1968, se reinstauró el terror. Las formas institucionales democráticas se volvieron meramente decorativas. El régimen adoptó consignas como “Brasil: ámalo o déjalo”.

Violaciones a los Derechos Humanos: El informe de la Comisión de la Verdad de Brasil reveló que, bajo el régimen militar, al menos 191 personas fueron asesinadas y 243 desaparecieron, con un número total de muertes que podría acercarse a las 1.000. Además, más de 50.000 personas fueron detenidas y 10.000 se vieron obligadas a exiliarse.

Oposición y Lucha Armada: En este contexto de represión, grupos guerrilleros de izquierda llevaron a cabo acciones espectaculares como secuestros y asesinatos. La violencia se intensificó y la derrota de la izquierda revolucionaria en el ascenso de 1967-1969 la llevó a replantearse sus estrategias, aislando a veces el movimiento de los trabajadores.

3 México y Brasil, un ADN de violencia

De manera cínica y abierta, Brasil y México —los dos países más poblados de América Latina— se parecen en la medida en que ambos enfrentan altos y persistentes niveles de corrupción, impunidad y violencia que socavan la confianza en la democracia y el desarrollo económico.

La corrupción, en estos países, no es solo un fenómeno anclado en el poder político, sino que es un mal que se extiende a todos los niveles, incluyendo la justicia y las fuerzas policiales. Esta corrupción es, de hecho, el requisito previo para la impunidad, creando una inercia de retroalimentación en un círculo vicioso que abona el terreno para la inseguridad.

En la actualidad, ambos países tienen organizaciones de crimen organizado de las más fuertes y transnacionalizadas de la región (el PCC brasileño y el Cártel de Sinaloa mexicano), que se expanden a través de alianzas con grupos locales. Las organizaciones criminales necesitan sobornar o cooptar a funcionarios de gobierno para operar de manera eficiente, lo que se conoce como captura del Estado.

Así, la película de Mendonça Filho, aunque anclada en la dictadura brasileña de 1977, resuena profundamente en un contexto latinoamericano contemporáneo donde el miedo, la impunidad y la connivencia entre el poder y el crimen siguen siendo males estructurales.

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