La tragedia de La Tierra Antes del Tiempo - Spoiler Time

La tragedia de La Tierra Antes del Tiempo

Tragedia de Judith Barsi
La historia de Judith Barsi, actriz que dio voz a Ducky en La Tierra Antes del Tiempo, es tan brillante como trágica.

Las películas de La Tierra Antes del Tiempo, o la saga de Pie Pequeño como muchos la conocen, son un clásico de la televisión que a más de uno le causaron amar y obsesionarse con los dinosaurios, pero hay una terrible historia al respecto y tiene que ver con Patito, o Ducky, la pequeña Apatosaurus.

El personaje contó con la voz en inglés de Judith Barsi, actriz nacida en Los Ángeles, California el 6 de junio de 1978, niña que superó una probabilidad de 10 mil a 1 cuando fue descubierta en una pista de patinaje del valle de San Fernando a los cinco años y medio.

De ahí empezó a hacer comerciales y apariciones en series de televisión como Cheers, La Dimensión Desconocida, entre otras. En total participó en más de 70 comerciales y 12 producciones televisivas y cinematográficas antes de cumplir los 10 años, lo que la convirtió en una de las actrices infantiles más populares de los años 80.

Sus grandes oportunidades llegaron en 1987, cuando fue elegida para interpretar a la pequeña Thea Brody en Tiburón: La Venganza. Poco después le prestó la voz a Patito y a Anne-Marie en Todos los Perros van al Cielo. Siendo estos sus últimos trabajos.

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https://www.youtube.com/watch?v=YwGb7UxfSoA

La tragedia de Judith Barsi inició en 1985, con su padre József Barsi quien solía estar en casa borracho en lugar de trabajar como fontanero, y se negaba a dejar que su esposa Maria Benko trabajara. Como resultado, la familia vivió brevemente de la asistencia social hasta que la carrera de Judith despegó en 1986 y 1987.

Cuando entró en cuarto de primaria, ganaba unos 100 mil dólares al año, lo que le permitió comprar a su familia una bonita casa de cuatro dormitorios en una tranquila calle de West Hill. A medida que su carrera despegaba, su padre se convirtió en un recluso cada vez más abusivo que amenazaba constantemente con acabar con la vida de su mujer y su hija.

En momentos de estrés, Judith se mordía las uñas y se arrancaba las cejas, las pestañas e inclusive los bigotes de sus gatos. Se llamó en diversas ocasiones a los Servicios de Protección Infantil, pero como Maria se negaba a presentar cargos, debido a que la mayoría de las denuncias e informes eran sobre abusos emocionales y no físicos, el caso no prosperó.

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https://www.youtube.com/watch?v=s5CNs-ziQms

Fue hasta el lunes 25 de julio de 1988 que consumido por los celos y el resentimiento hacia el éxito de su hija, József Barsi tomó un arma, se dirigió a la habitación en la que dormía la niña y le disparó a sangre fría. Previamente había disparado a su mujer, con la que se cruzó en un pasillo.

Dos días después, el 27 de julio, Eunice Daly, una vecina, oyó un fuerte estruendo en la casa de al lado mientras regaba sus plantas. La razón es que la casa fue incendiada y más tarde se descubrieron los cadáveres de Judith y Eunice, ambos con heridas de arma de fuego, mientras que József inició el incendio para después dirigirse al garage para acabar con su vida. 

Todos los juguetes de Judith que no fueron destruidos por el fuego fueron donados a la organización local Goodwill, y su mejor amiga siguió alimentando a sus gatos durante meses después del suceso.

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https://www.youtube.com/watch?v=nmFRd7vAdMk

El crimen de Judith Barsi evidenció las graves carencias del sistema de protección infantil frente al abuso emocional y los daños invisibles de la violencia familiar. A pesar de que el caso conmocionó a la opinión pública, las reformas en protocolos de intervención para actuar incluso ante amenazas psicosociales sin evidencia física de maltrato, llegaron mucho tiempo después.

Aún así, la tragedia se convirtió en un ejemplo recurrente en estudios y debates sobre negligencia institucional y la necesidad de fortalecer la prevención, además de una llamada de atención hacia las jornadas laborales infantiles en los sets de grabación.

El recuerdo de Judith Barsi no vive en la tragedia, sino en la inocencia de su voz que sigue diciendo “yup, yup, yup” como Ducky, y en la risa esperanzadora de Anne-Marie en Todos los perros Van al Cielo. 

Su historia nos recuerda la urgencia de proteger a los más vulnerables, y al mismo tiempo, nos deja un legado imborrable en cada generación que creció con su magia en pantalla.

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