El actor nacido en Los Angeles, pero criado en Inglaterra, comenzó su carrera en producciones británicas, pero fue en 2010 cuando llamó la atención de Hollywood con The Social Network, donde dio vida a Eduardo Saverin, el socio traicionado de Mark Zuckerberg.
Ese fue su primer gran papel de peso y le abrió las puertas a una industria que pronto lo tendría en la mira como protagonista y sin duda dio un impulso a la trayectoria de Andrew Garfield.
En 2012 tomó el traje de The Amazing Spider-Man, con una versión más juvenil y emocional de Peter Parker. Aunque sus películas dividieron a la crítica, Garfield conectó con una generación que lo adoptó como “su Spider-Man”.
El tiempo le dio la razón: su regreso en Spider-Man: No Way Home lo convirtió en uno de los momentos más celebrados del multiverso de Marvel.
Mientras disfrutaba de la fama de superhéroe, Garfield no abandonó su interés por proyectos más arriesgados. Hasta el Último Hombre, dirigida por Mel Gibson y estrenada en 2016, le valió su primera nominación al Oscar, al interpretar a un soldado pacifista que se convierte en héroe de guerra.
Ese mismo espíritu de entrega lo llevó a trabajar con Martin Scorsese en Silence, explorando la fe y la resistencia en un papel profundamente desafiante.
Más allá del cine, Garfield demostró su versatilidad en Tick, Tick… Boom!, donde sorprendió al mundo con su capacidad vocal y su entrega en el papel del compositor Jonathan Larson.
Su interpretación le valió una nominación al Oscar y el reconocimiento como actor capaz de brillar también en el género musical. En teatro, ha sido aclamado en Broadway y en West End, ganando incluso el Tony por Angels in America.
Pero también en televisión puede verse la trayectoria de Andrew Garfield, en 2022 protagonizó Under the Banner of Heaven, una miniserie aclamada que le dio nominaciones al Emmy y al Golden Globe.
Con ella, Garfield probó que también podía conquistar la pantalla chica con un personaje complejo y oscuro, alejándose del glamour hollywoodense para sumergirse en un relato realista y perturbador.
La filmografía de Andrew Garfield refleja equilibrio y diversidad: éxitos de taquilla, cine de autor, teatro, televisión y hasta musicales. No se conforma con ser recordado como Spider-Man: se ha convertido en un intérprete completo que se mueve con naturalidad entre lo comercial y lo artístico.
De hecho, hasta con participaciones especiales con Elmo ha llegado a enternecer a chicos y grandes, con lo que se logró una gran empatía.
Garfield es, en esencia, un actor que no se deja encasillar. Puede ponerse el traje de superhéroe, cantar con el corazón en un musical, desangrarse en un drama bélico o reflexionar sobre la fe en un filme intimista. Su legado en construcción es claro: ser uno de los artistas más versátiles y apasionados de su generación.
Quizá su mayor poder no fue lanzar telarañas en la pantalla, sino tejer una carrera donde cada hilo conecta géneros, formatos y emociones.
Andrew Garfield nos recuerda que el verdadero talento no tiene fronteras: salta de un escenario a otro con la misma entrega, dejando huellas que, como sus personajes, resisten el paso del tiempo.
