Ayer martes 16 de Octubre de 2018, ya pasados unos cuantos días luego su estreno, me aventuré, con miedo, MUCHO miedo, a ver el último episodio de Better Call Saul, el cual se tituló Winner.
¿Miedo? No… TERROR. Es que esta serie, este spin-off de Breaking Bad, no debe ser visto por nadie, nunca, jamás… es demasiado buena como para que tengamos el privilegio de sintonizarla.
No sé a ustedes, pero cada vez que me enfrento a un episodio de Better Call Saul tengo que estar muy preparado: se viene un sedimento de arte tal que solo se compara con un tsunami, pero uno que dure mínimo 1 mes. Es pesado, MUY pesado, un yunque cayendo en la cabeza del más desprevenido transeúnte, como sucede en las tiras cómicas de Warner Bros. Better Call Saul demuestra que una serie no solo debe ser un guión, también debe ser una fotografía, unos personajes, unos sentimientos, un tocarte el corazón constantemente.
Winner, fatídico como pocos episodios que he visto en mi carrera de seriéfilo, no fue 10 puntos, fue 11: con un ritmo poco común, lleno de microtramas que nunca jamás se chocaron generando un desastre, caminó en el panteón de los episodios de todos los tiempos con una fotografía única, unos silencios espectaculares y transmitiendo sus sentimientos hacia los que están detrás de la pantalla.
Recalco los silencios: así como hay que saber contar, hay que saber callar. Y ese es el momento en el que el espectador se detiene, analiza lo que está observando y desea no ver más: esto es demasiado, la obra de arte perfecta de un show que supera la media.
Y los sentimientos, esos malditos rasgos que solamente los humanos experimentamos con muchísima profundidad, se vieron totalmente atacados en mí: ¿estuve mal al sentirme ansioso para que Mike encuentre a Werner? ¿Tal vez erré al promulgar pánico en el sillón cuando Mike era perseguido? ¿Acaso no era correcto que sienta pena por Werner en su anunciado pero no certero final? ¿Estuve mal al sentir una pena TREMENDA cuando Kim, feliz por la victoria de Jimmy, cae en la cuenta de quién es su acompañante, quien a su vez demuestra de dónde nace su próxima anteúltima identidad? No, para nada, obré bien, pero sufrí.
Todo cierra en Better Call Saul, pero abre más puertas, porque en la próxima temporada, que esperemos por NUESTRO bien que sea la final, mucho queda por resolver: todo el asunto de Saul; los destinos de los capos (y no tan capos) narcos; Kim y su huida del lado de Jimmy; Mike siendo más Mike; etcéteras infinitos.
¿Ahora entiendes el título? No la veas: sufrirás.
La película lo tiene todo: el carisma de Gosling, la presencia de Blunt y los chistes simplones en yuxtaposición de la complejidad coreográfica con peleas que incluyen un ingenioso manejo de cámaras.
Jonathan Bailey de Bridgerton será parte de la próxima temporada de Heartstopper.
Paramount apuesta por pocos estrenos, pero que prometen ser muy buenos.
