La tercera temporada de The Dragon Prince arribó a Netflix hace unas semanas y debo decir que me ha dejado sin palabras y con los ojos llenos de lágrimas de felicidad (algo que rara vez me ocurre con una serie de animación), gracias a su sublime historia. Creo firmemente que The Dragon Prince ha logrado superarse a sí misma con sus nuevos episodios. No solo fue más épica y emocional, sino que también ha entregado unos giros sorprendentes que dan pie para expandir más este mundo en futuras temporadas.
Para comenzar con este análisis, hay que recordar en dónde se quedaron los héroes protagonistas: Ezran regresó a gobernar Katolis mientras que Callum y Rayla entraron a Xadia para entregar al Príncipe Dragón a su madre.
Cada uno tuvo que enfrentar sus miedos e inseguridades para cumplir con sus misiones. Incluso, aunque fallaran en el camino, siempre se levantaban y seguían adelante porque no estaban solos. Contaban con el apoyo de gente que creía en ellos y sus ideales. Y eso es lo que hace grande la serie: los valores que presenta.
Por otro lado, The Dragon Prince dedica el tiempo suficiente para desarrollar a cada uno de sus personajes y los dota de matices, creando empatía con el espectador, no importa si se trata de un villano como Viren o un ser mágico de Xadia como Rayla.

Además, no solo los personajes enriquecen la historia, sino también toda la mitología que se revela episodio tras episodio. Por supuesto, esa aura de misterio que rodea toda la trama de fantasía y aventura, provoca intriga de inmediato en el espectador. (¿No me digan que no les da curiosidad saber quién es en realidad Aaravos?).
Esto funciona también gracias a la estructura de los episodios, que en esta ocasión van hacia el pasado para presentarnos personajes importantes y explicar acontecimientos en la historia de este mundo mágico que dieron lugar al estado actual de conflicto entre humanos, elfos y dragones.

Pero sobre todo, la tercera temporada de The Dragon Prince sobresale por contar una bella historia de amor, hermandad, respeto y perdón que es perfecta para chicos y grandes. Además, incluye personajes de todas las tonalidades de piel y presenta naturalmente personajes LGBTQ así como familias homoparentales, que raras veces son representadas en este género y formato.
Por último, no creo que haya ningún episodio de relleno o uno que sea menos aburrido que los demás: los 9 capítulos son importantes para la trama general y el crecimiento de los personajes, mostrando una aventura distinta e interesante.

Así que si aún no te has animado con la tercera temporada, te invito a que lo hagas y disfrutes de una de las mejores series de animación de Netflix.

Me encanta ver series y soy una fan muy apasionada.