Recientemente, dentro de la cinematografía mexicana se ha tornado cuantioso y jugoso el involucrar los temas propios del matrimonio con la etapa del descubrimiento y la madurez que viven las generaciones actuales como la millennial, una etapa de jóvenes que poco o nada quieren involucrarse con el compromiso, que rehuyen del matrimonio y que se plantean el descubrir su verdadero ser y vocación sin importar nada; aunque claro, también está el que la forma de sobrellevar un tópico como la relación marital, mezclada con comedia, presión familiar y social, atrae a todo tipo de audiencias. De ahí que Noé Santillán-López tomara esta historia de José Manuel Flandes y José Alberto López titulada Veinteañera, divorciada y fantástica y la llevara a la pantalla grande de la mano de un basto elenco.
Es mejor estar solo que mal acompañado, pero…

La historia nos habla de Regina, la joven protagonista, quien siempre soñó con casarse. Y lo hizo, pero el sueño duró mucho menos de lo que pensaba y ahora tiene que enfrentar la vida de una manera muy divertida como divorciada. Paulina Goto, Claudio Roca, Vadhir Derbez, Jesús Zavala, Ela Velden, Giselle Kuri, Natalia Téllez, Mara Cuevas y Paco Rueda protagonizan la cinta.
Desafortunadamente, la química entre nuestros dos protagonistas es nula e inverosímil, pues lo hecho por Goto y Derbez, es paupérrimo y lastimoso. Paulina en ningún momento se nota cómoda con su personaje e incluso exagera cada situación al grado de caer en lo tedioso y pesado; Vadhir, por su parte, se nota desentonado, fuera de papel y simplemente caricaturizado. Combinado a esto encontramos que, en general, la dirección de actores es desatinada y no los ayuda a llegar a ningún lado, pues cada personaje es una burla mal escrita y sin intención. La falta de profundidad en las emociones o convicciones, hace que la historia se desarrolle de forma insulsa.

Noé Santillán-López entrega una película absurda y desalmada. El guión adaptado de Angélica Gudiño carece de chispa, energía, humor y empatía, algo que con su puro título prometía, pero se queda en un mero impulso que termina por tropezar antes de arrancar. Su escaso tratamiento para con su verdadero punto central, el descubrimiento interno y la valoración personal, queda resagado a unos cuantos diálogos y momentos. Los clichés, estereotipos molestos y nula complicidad provocan que nadie quiera volver a tener una relación con este tipo de historias
Pero...
De entrada, tal vez la única virtud que podamos encontrar en esta cinta va para su último tramo, en donde entendemos medianamente la verdadera intención del cineasta y la historia, pues nos revela el significado de lo que representa para la protagonista su propia vida, sus sueños, anhelos y compromisos, algo que indudablemente pudo llegar desde los minutos iniciales del metraje. El entendimiento correcto sobre lo que brinda el autoestima y su simpática forma de expresarlo, da la sensación de alegría. El colorido viaje de la protagonista se ve acompañado de enérgica manera por una buena Natália Telléz, que con su puro carisma logra rescatar escenas que se tenían perdidas.

En resumen
Veinteañera, divorciada y fantástica falla en su misión de mostrar de forma cómica y alegre la vida de una persona que se aleja de su zona de confort y busca desesperadamente encontrarse con la felicidad que tanto anhela. Al parecer, y como se suele decir, el compromiso no está hecho para los millennial.
