Cada cierto tiempo aparece un personaje que revoluciona la televisión. Uno que no solo deja huella en la cultura pop, sino que también redefine lo que es posible para su género, su raza o su historia personal. Ese fue el caso de Annalise Keating, interpretada por la formidable Viola Davis en How to Get Away with Murder. En el marco del cumpleaños de Davis —nacida el 11 de agosto de 1965— es imposible no rendir homenaje a este papel que marcó un antes y un después en la representación de mujeres negras en la pantalla chica.
Cómo Viola Davis rompió esquemas en televisión


Creada por Peter Nowalk y producida por Shonda Rhimes, How to Get Away with Murder se estrenó en 2014 como parte del famoso bloque “TGIT” (Thank God It’s Thursday) de ABC. Desde el primer episodio, Annalise Keating se reveló como una figura imponente: una profesora de Derecho penal brillante, carismática y temida. Pero lo más revolucionario fue lo que había bajo esa fachada: una mujer profundamente herida, contradictoria, alcohólica, manipuladora, pero también leal, compasiva y resiliente.
Viola Davis no interpretó a una heroína tradicional. Tampoco fue una simple villana disfrazada. Keating se movía entre sombras y luces, entre la estrategia legal y los traumas personales. Era, en toda regla, una antiheroína. Y Davis, con su intensidad y matices, convirtió lo que podría haber sido un personaje arquetípico en un hito dramático.
En 2015, Davis hizo historia al convertirse en la primera mujer afroamericana en ganar el Emmy a Mejor Actriz Principal en una Serie Dramática. En su discurso, citó a Harriet Tubman y dijo una frase que se grabó en la memoria colectiva:
“La única cosa que separa a las mujeres de color de cualquier otra persona es la oportunidad”.
Su triunfo fue más que un galardón individual: fue una declaración política y cultural. En una industria que históricamente ha negado papeles complejos a las actrices negras, Davis no solo brilló, sino que abrió camino para otras intérpretes que, como ella, tenían mucho que ofrecer más allá de estereotipos.
Lo que distinguió a Annalise Keating no fue solo su inteligencia o su poder profesional. Fue su vulnerabilidad sin filtros. A lo largo de seis temporadas, la vimos en su faceta más humana: desmaquillándose frente al espejo con las manos temblorosas, derrumbándose en una habitación vacía, confesando abusos sufridos en la infancia o enfrentando el racismo estructural del sistema legal.
Viola Davis se atrevió a mostrar la verdad emocional, incluso cuando esa verdad era incómoda. No embelleció el sufrimiento de su personaje ni suavizó sus contradicciones. Annalise era una mujer negra queer, víctima y también victimaria, mentora y destructora, madre simbólica y figura temida. Esa complejidad fue precisamente lo que la hizo inolvidable.

Antes de Annalise Keating, la televisión estadounidense ya había comenzado a experimentar con protagonistas femeninas moralmente grises: pensemos en Nancy Botwin (Weeds), Patty Hewes (Damages) o Carrie Mathison (Homeland). Pero Annalise era diferente. Su negritud no era un aspecto decorativo o secundario; era parte esencial de su identidad, y se integraba al guion sin filtros ni complacencias.
Además, su edad (Davis ya rondaba los 50 al comenzar la serie) y su físico desafiaban los estándares típicos de Hollywood. No era la típica femme fatale ni la heroína de acción sexualizada. Su poder emanaba de su intelecto, su presencia y su capacidad para inspirar temor y admiración a partes iguales.

A nivel narrativo, How to Get Away with Murder fue una montaña rusa de giros argumentales, muertes sorpresivas y flashbacks reveladores. Pero su verdadero legado fue haber cambiado las reglas del juego para las mujeres afroamericanas en el drama televisivo. Gracias a Davis y a su interpretación sin concesiones, el público global vio algo inédito: una mujer negra liderando una serie de horario estelar, mostrando todas sus grietas sin pedir perdón por ello.
Desde entonces, muchas otras producciones se han animado a dar el siguiente paso: pensar en mujeres negras como personajes tridimensionales, capaces de ser protagonistas de historias grandes, complejas y emocionalmente arriesgadas.

Viola Davis no se detuvo tras el éxito de Annalise. Siguió desafiando a la industria con proyectos como Barreras (por la que ganó el Oscar a Mejor Actriz de Reparto), La madre del blues (nominación al Oscar como protagonista) y La mujer rey, donde también ejerció como productora. Además, en 2023 publicó su autobiografía Finding Me, un libro que resonó profundamente con su público y reveló las heridas detrás de su fortaleza.
Pero es Annalise Keating quien sigue ocupando un lugar privilegiado en la cultura televisiva contemporánea. Un personaje que llegó para quedarse en la historia, gracias al talento de una actriz que no acepta menos que la verdad.
Este 11 de agosto, Viola Davis celebra un nuevo año de vida y una carrera que no deja de cosechar logros. Y mientras sigue conquistando la industria con su autenticidad, Annalise Keating permanece como una de sus creaciones más audaces: una abogada feroz, una mujer en ruinas, una antiheroína que hizo historia. Porque en un mundo de máscaras, Viola Davis eligió mostrar el alma.