No se enojen, no nos regañen: seguimos pensando que Here’s Negan, el último episodio de The Walking Dead, es una maravilla. Saber el pasado de Negan, cómo se terminó convirtiendo en el villano más importante de la serie y su posible futuro en un enfrentamiento con Maggie nos encantó, pero como todo lo bueno, algo debía fallar…
En realidad, la falla mayor fue en el tiempo. Sí, en los minutos. Este merecía ser un episodio doble, de 80 minutos como mínimo. La narración fue perfecta; los saltos al pasado, al presente, a un pasado más lejano, a un presente menos cercano, etc., lo hicieron muy entrañable.
Y a partir de eso tejemos las redes de nuestro pequeño descontento. Nos hubiera encantado ver a Negan interactuar en su trabajo como profesor de escuela secundaria, cómo era su trato con los jóvenes (recordemos que a Carl lo quería, lo respetaba). Ese nexo hubiese explicado mucho de su andar a futuro como Salvador.
Y hablando de Salvadores, no haber visto cómo terminó formando al grupo que lo instaló como una amenaza gigante para muchas comunidades sí que es una deuda, más aún cuando en el episodio vimos que la primera recluta, al fin y al cabo, fue Laura. La conexión empezó por ambas Lucilles, tanto la de carne y hueso como la de madera. Y es que Laura le da tanto suministros para que su esposa se cure del cáncer como le entrega el bate de baseball que lo marcaría por años.
Here’s Negan fue, repetimos, de lo mejor que nos dio la serie en años. ¿Spin-off de Carol y Daryl? Ok, lo veremos, pero Negan se merece uno, Y YA.