A finales de 1800, la ciudad de Bolonia, Italia, estaba gobernaba por el Papa Pío IX. Este gobierno dentro de la península itálica se le llamaban los estados pontificios y estaban bajo la autoridad del Papa en turno desde el año 1756 hasta 1870, justamente con el derrocamiento de Pío IX.
En El secuestro del Papa (Rapito), un niño judío es secuestrado y convertido al catolicismo en 1858. Edgardo Mortara, el niño en cuestión, fue bautizado arbitrariamente en sus primeros meses por una mujer católica que ayudaba a la limpieza a su familia. Bajo el gobierno en los estados pontificios la ley establecía que cualquier niño que fuera bautizado bajo el sacramento católico tendría que adherirse a la iglesia, de lo contrario se le acusaría de apóstata y moriría bajo el poder de La Inquisición. Bajo esta ley, Edgardo, de 7 años, es forzado a separarse de sus padres judíos y vivir bajo el techo de la iglesia o sería condenado a muerte por apostasía.
Con Con los puños en el bolsillo (1965), Marco Bellocchio se colocó en el plano cinematográfico italiano a la par de autores como Bertolucci, Pasolini y Antonioni. Desde ese momento, su cine siempre fue acompañado de diálogos críticos e imágenes cáusticas, realizando comentarios fuertes sobre la familia, la sociedad y en general de cualquier imagen de poder y autoridad, siempre cuestionándola.
En El secuestro del Papa, Bellochio pone en entredicho la autoridad religiosa a la luz de su cuestionable y falsa moralidad. La Inquisición era un órgano de castigo de la Iglesia Católica creado en el año 1184 por el Papa Lucio III para contrarrestar la brujería cátara en el sur de Francia. La ley imperante en los estados pontificios tenía a La Inquisición como la principal ejecutora de la ley papal. La forma de la intransigencia eclesiástica de la época no respetaba edad, clase social y tampoco religión imperante en la familia afectada. Bellocchio crea una fuerte, suficiente y profunda crítica, lo más apegada al caso real, para poner en contexto al espectador sin tanto esfuerzo, muy bien hecha. Las entrelíneas históricas se enriquecen con el contexto familiar del caso Mortara y lo trae a presente bajo el escrutinio de la luz del conocimiento y agnosticismo generalizado de la sociedad moderna.
El secuestro del Papa es la incursión de Marco Bellocchio dentro de la cinematografía actual, en un contexto social peculiar cuando el poder de la religión en términos generales. Hoy día la intransigencia del tamaño del caso de Edgardo Mortara, sería cancelada, cuestionada y llevaría a la destitución de la autoridad imperante ante autoridades internacionales. La fe ya no es motivo suficiente para injusticias legales y desigualdades sociales causadas por esta.
El secuestro del Papa es una radiografía de la polarización de dogmas de la tradición familiar colocada en yuxtaposición de la fe que, muchas veces, compaginan, pero en el caso Mortara no. Al mismo tiempo es también una incisiva crítica al autoritarismo religioso moralmente cuestionable de la Iglesia Católica.
Ya en cines.
