Hay segundas partes que sí son buenas - Spoiler Time

Hay segundas partes que sí son buenas

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Un nuevo rumbo.

El 11 de Diciembre de 2006 comenzó una de las etapas más violentas que haya vivido el pueblo mexicano en su historia actual: la llamada Guerra contra el Narcotráfico en México, lanzada por el entonces presidente Felipe Calderón. Aunque esta iniciativa estuvo plagada de descontentos por parte de la sociedad civil, atribuyéndole responsabilidades sobre haber desatado la violencia del crimen organizado en el país, lo cierto es que es mentira y la segunda temporada de Narcos: México es una prueba para demostrar el verdadero origen.

Con 10 nuevos episodios estrenados el pasado 13 de Abril, Netflix presentó la nueva entrega de la famosa franquicia televisiva de Narcos que continúa presentándonos la vida y obra de Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido por muchos como El Jefe de Jefes. Esta nueva entrega comienza casi justo donde nos dejó la temporada debut: tras la muerte del agente Kiki Camerena (Michael Peña), la DEA pone en marcha la Operación Leyenda para descubrir y atrapar a los responsables del deceso de uno de sus elementos. A la par vemos cómo el imperio del Cartel de Guadalajara comienza a sufrir sus primeros problemas.

Video
https://www.youtube.com/watch?v=C0tPy86Zous

Mientras que la primera entrega de Narcos: México se dedicó a mostrarnos la construcción del imperio que tanto soñaba Félix Gallardo, esta nueva entrega va hacia la parte verdaderamente difícil: mantenerlo a flote. Desde su primera secuencia, la historia nos muestra el miedo constante que los personajes principales van a sentir en cada episodio, sabiendo que cada acción que tomen es un riesgo de peligro donde la muerte es su mejor salvación.

La historia decide seguir un rumbo diferente y presentarnos una historia coral donde las diferentes plazas, Sinaloa, Juárez, Tijuana y el Golfo comienzan a tener relevancia para la narrativa, siendo fundamentales para el final de la historia. Además, esta vez toman un riesgo mayor: contar cómo el crimen organizado escaló tanto por ayuda de una esfera política que le dio poder para hacerlo.

Esta serie está lejos de ser un documental y es a partir de la ficción que abre la historia de violencia dentro del estado mexicano, aunque por momentos peca de libertades creativas para culpar a ciertas figuras sobre hechos históricos en la vida del país, como es el caso de la caída del sistema en las elecciones de 1988. El nivel de inmersión entre la política y el narcotráfico se siente forzado y poco orgánico, teniendo una ejecución poco creíble.

A diferencia de otras series sobre historias de narcotráfico, esta producción logra no hacer mártires a sus protagonistas aunque sí pone en foco sus sueños y el miedo que viven en su labor diaria. Principalmente en tres figuras: Félix Gallardo (Diego Luna) el hombre venido a más que está siendo perseguido y sufre de ello; Pablo Acosta (Gerardo Taracena), un narcotraficante que no busca exculparse de lo que hizo, pero que sí sueña con dejar todo atrás por el amor; Amado Carrillo Fuentes (José María Yazpik), el nuevo elemento que sabe que en su camino no hay más y que estando ahí, la muerte o la cárcel es segura.

Esta vez Narcos: México no se va por el entretenimiento fácil ya que es la temporada con menos acción de todas –lo cual en parte podría ser una respuesta cuidadosa a la violencia que existe hoy en día en el país–, pero aún así logra entregar una historia con mayor crecimiento y sólida en todas sus vertientes. Desde su lenguaje para contar la historia, pasando por el diseño de producción (aunque sí encontramos un par de error) y por supuesto el nivel de actuación, donde cada uno de los actores que repiten encuentran una mayor comodidad dentro de su personaje. Además no podemos olvidar las nuevas caras que logran hacer una buena cohesión en la historia, en especial Mariana Treviño, quien demuestra nuevamente el porqué es una de las grandes actrices mexicanas de la actualidad.

En conclusión, con su segunda temporada Narcos: México revista un episodio en la historia mexicana del que poco se habla en nuestros días, que pone en perspectiva el verdadero origen de la violencia que han generado estas células delictivas y que aún persiste, sin el cual no se entendería el estado de descomposición del estado mexicano.

La franquicia Narcos bien podría terminar en esta entrega, y más teniendo en cuenta el final de temporada, pero no hay duda que Netflix tiene mucha historia por contar y un producto lleno de calidad con el cual seguir sosteniendo una plataforma que en los últimos meses ha tenido muchos problemas.

¿Hasta dónde acabará la ruta del narco?

Crédito: Netflix

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