Succession: la representación shakesperiana de la tensión entre el poder y la familia que necesitábamos en la TV - Spoiler Time

Succession: la representación shakesperiana de la tensión entre el poder y la familia que necesitábamos en la TV

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Los Roy son más que una simple familia adinerada.

William Shakespeare fue, es y será el autor más conocido e influyente de la literatura inglesa. Los temas de sus obras son a menudo experiencias universales tales como el amor, la envidia o la ambición, por lo que los espectadores de diferentes épocas, culturas y posición social entienden y disfrutan de su obra. Con una riqueza lingüística exacerbante, su trabajo se dividió en tres aristas: la de la comedia, la de los sonetos y la de las tragedias. Esta última es la que más se aplaude, la que caló más hondo en la modernidad, no en su tiempo: los cuestionamientos a la sociedad, al ser definitivo del humano instruido, con sus muchos matices a flor de piel, hicieron de sus obras clásicos para siempre. Y es que ahondar entre la luz y la oscuridad de cada una de las personas que habitan el planeta tierra solamente lo puede hacer un genio, un verdadero estudioso de la humanidad, desde el llano.

No soy muy fan de los productos de televisión, no me pregunten por qué. Simplemente sé que cuando una serie me atrapa es para dejarme como Succession me ha movido después de 5 años de estar esperando una resolución para la familia Roy. Por eso, este texto.

Para los que nunca han visto esta serie, ¿de qué va? Logan Roy (Bryan Cox) es un adinerado empresario, dueño y director de ATN, uno de los consorcios de comunicación más grandes del mundo. Este universo empresarial necesita un nuevo sucesor y comenzará a buscarlo entre sus cuatro hijos: Connor (Alan Ruck), Kendall (Jeremy Strong), Siohban (Sarah Snook) y Roman (Keran Culkin). El padre, en una forma muy a lo Nicolás Maquiavelo, juga con los deseos de poder de cada uno de ellos, mezclándolo, cruelmente, con la preferencia que siente como padre. 

En el 2018 el director Adam McKay nos golpeó la existencia con Succession, este drama familiar sobre los Roy, un reflejo que bien podría pertenecer al de cualquier otra familia común. Ahí es donde radica su encanto. Desde su primera temporada explora y discursa fuertemente con los lazos familiares, pero no los sanos e ideales, sino los enfermos y codependientes. McKay profundiza en 4 temporadas qué es realmente una familia y si este vínculo sobrevivirá ante las ambiciones de cada uno de sus integrantes, con puestas en escena brutales y actuaciones dignas de cualquier reconocimiento actoral. Cada escena que incluye a todo el elenco que ya mencione arriba está dotadas de una brutalidad guionística honesta y visceral que retrata estos temas familiares con sustentos de poder y ambición que permean entre todos los personajes, y no solo eso: se vuelven la tónica de cada uno de ellos, incluso de los que en su inicio narrativo no estaban tan interesados de formar parte de esa narrativa familiar. 

Logan Roy es como un jerarca shakesperiano, oscuro, que juega con las mentes de sus propios hijos, abusando del cariño que cada uno cree que él tenía por ellos. Esta narrativa familiar que viaja entre lo íntimo y lo privado por ser una de las más adineradas de Norteamérica se puede trasladar a casi cualquier familia, porque en cada una hay intereses monetarios y de poder en momentos decisivos. Es esta oscuridad la que explora Succession. El dinero y el poder ponen a prueba a cualquiera y, este discurso nos da un reflejo de cómo podemos ser cada uno de nosotros al momento de tomar decisiones clave. Estos demonios salen a flote incluso de los más santos y reservados. El espectador puede encontrarse a sí mismo y a los suyos en la historia.

Técnicamente, todo está bien ejecutado en Succession. Su cámara tambaleante juega con los planos todo el tiempo. Su lenguaje cinematográfico es totalmente a propósito y, aunque es una serie de televisión, el director Adam McAy decidió filmarla en 35 mm para mantener una apariencia clásica cinematográfica y de esta manera usar nuestra memoria con películas icónicas como El Padrino (toda la trilogía que puedo creer es una de sus mayores influencias al momento de delinear personajes con ambiciones que rebasan lo sano y normal.

La música de Nicholas Brittel se resume con una intro que nos muestra toda la densidad y pesadumbre de la serie, pasando por momentos intensos que se complementan muy bien con las acciones de cada uno de los personajes que vamos descubriendo en toda la historia de esta familia disfuncional. El compositor confesó en entrevistas que su principal inspiración siempre ha sido el hip hop, y la base musical del intro es un bit hiphopero muy marcado, con líneas delgadas de pianos en su superficie y notas más pesadas en el medio para dar un tono más clásico con esos violines al frente: la mezcla, nuevamente.

Britell tiene un historial interesante de composiciones musicales en películas como Moonlight (2016) de Barry Jenkins y Cruella (2021), así también en series como Andor (2002), pero es con Succession que logra crear una atmósfera densa y llena de matices íntimos, dramáticos, elegantes.

Las actuaciones, todas son extraordinarias. Jeremy Strong tiene momentos poderosos durante toda la serie al ser un personaje un poco marginado por el padre por haber estado involucrado en drogas y haber sido rehabilitado. Bryan Cox como Logan nunca es el padre cariñoso y condescendiente que todos desearían, todo lo contrario, pero es imponente, controlador y destructivamente manipulador. Sarah Snook como Siohban es intimidante muchas veces y también muy conmovedora, haciéndose muy odiosa por sus cambios de ánimo. Kieran Culkin como Roman es el que se lleva las palmas, pienso que es el personaje que tiene un arco narrativo muy bien llevado y contado que pasa por matices desde ser un niobios mimado, hasta ser una conmovedora víctima de la violencia emocional que su padre y hermanos infligen sobre él; su actuación al final de toda la serie es la más poderosa en sus últimos 4 capítulos.

En fin, Succession es una serie que impacta por su crudeza familiar al llevar a sus personajes de forma fría hacia una resolución no placentera y tampoco condescendiente. Así también juega con su espectador de principio a fin, pero tampoco sin darle ninguna tregua emocional, por supuesto, siempre con un guion impecable.

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