Así como lo leen en el título, lo reafirmo: con el paso de los años, Tom Cruise se fue posicionando como el gran salvador de la industria. Y esto no es algo que digo como una descocada… Ya lo sabrán.
Cruise, que acaba de estrenar hace poco sus 61 años, es más que un actor. A lo largo de su carrera ha demostrado cómo se entrega por completo a la industria no solamente en cuanto a la actuación, sino que detrás de escena está más que activo. En la década de 1990 demostró tener una visión de futuro. Se asoció a su amiga Paula Wagner y en 1992 fundaron su productora Cruise Warner Productions (CW Productions) para comenzar a llevar a cabo sus propios proyectos. El primer acto de peso que realizaron fue comprar los derechos de aquella serie que a Cruise le había apasionado en su infancia: Mission: Impossible. El avance estaba programado: la idea no era hacer una sola película sino lograr la franquicia que casi 30 años después sigue siendo un éxito. Y así se forjó el verdadero hombre cine.
Desde la primera película de la saga Mission: Impossible, Cruise luchó contra Paramount, estudio que lo financió, para obtener el presupuesto que creía que era el que necesitaba su producción. Cabe destacar que cuando junto al gran director Brian De Palma proyectaban lo que sería la primera entrega, el estudio no estaba de acuerdo que se firme en varias locaciones del mundo porque aumentaría los costos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, el total terminó costando menos que el presupuesto, en parte por otro sello que Cruise deja para la posteridad: ser su propio doble de riesgo.
Así, su sello de éxito se revalorizó, aumentando la popularidad que supo tener en la década de 1980.El sitio The Numbers cuenta que de las entonces 39 películas que protagonizó al estreno de la primera entrega de la saga Mission: Impossible, habían recaudado lograron recaudar más de 9900 millones de dólares en todo el mundo.