No comieron perdices: el amor no siempre alcanza y estas producciones lo demuestran

San Valentín, el día más romántico del año. La vida parece teñirse de rosa, las vidrieras y las publicidades hablan de amor, la gente se regala rosas, bombones, cenas a la luz de las velas y todas esas cosas. Sin embargo, incluso en el día más romántico del año, hay gente que la pasa mal. ¿Quiénes? Aquellos que no han triunfado en el amor, ya sea porque aún no han encontrado a su media naranja, o porque la encontraron y la perdieron, o porque quien creían que era su media naranja les rompió el corazón. Para ellos, tanto el cine y la televisión también tienen historias en las que, quizás, puedan hallar algo de consuelo.

Desde casi sus inicios el cine ha contado tanto historias de amor, como de desamor. Sin ir más lejos, uno de los clásicos infaltables en la galería de todo cinéfilo es una historia de amor trunco, Casablanca. ¿Quién no ha derramado lágrimas con ese final en el que Rick Blaine (Humphrey Bogart) decide dejar ir a su amor Ilsa (Ingrid Bergman) para que pueda continuar con su lucha junto a su marido?

Por supuesto, si ya en la década del 40 se contaban historias de desamor, obviamente la tendencia no ha disminuido. En los últimos veinte años, aproximadamente, hemos tenido tanto en la pantalla grande como en la chica muy buenos ejemplos de historias de amor que terminan mal, o que, al menos, no termina con el famoso “y vivieron felices y comieron perdices”.

Como ya mencionamos en el artículo de ayer, en los 80, por ejemplo, se empezaron a contar historias de divorcios, y de divorcios complejos, como Kramer vs. Kramer o War of the Roses, pero si nos vamos un poquito más en el tiempo encontramos una de las películas más divertidas y geniales que tiene como protagonistas a tres mujeres despechadas: The First Wives Club, protagonizada por Goldie Hawn, Diane Keaton y Bette Midler y estrenada en 1996. En ella, estas tres mujeres se unen no solo para vengarse de sus ex maridos, que las han cambiado por chicas más jóvenes, sino que también descubren, en el camino, el poder de la amistad para vivir mejor la vida.

En el mismo plan, pero todavía más acá, podemos contar con Grace and Frankie, la serie de Netflix protagonizada por Jane Fonda y Lily Tomlin, que muestra a dos mujeres de la tercera edad, completamente diferentes, que deben convivir luego de que sus maridos les revelen que son homosexuales. Los personajes de Fonda y Tomlin juegan a la pareja dispareja, convirtiéndose en las mejores amigas que existen y descubriendo que, luego de que te rompan el corazón, sin importar la edad que tengas, todavía queda vida por vivir.

Y si hablamos de divorcios, por supuesto tenemos que mencionar Marriage Story, el filme de 2019 dirigido por Noah Baumbach y protagonizada por Adam Driver y Scarlett Johansson en actuaciones sumamente celebradas dentro de sus carreras. La maravilla de Marriage Story es que nos demuestra que, a veces, el amor no es suficiente: los personajes que Driver y Johansson interpretan nunca dejan de quererse, de reconocerse como personas bellas, de admirarse y, sin embargo, su matrimonio no funciona. Pero siguen adelante. Y eso es lo que importa.

La vida sigue. A pesar de que nos rompan el corazón. De eso se trata (spoiler alert) el final de (500) Days of Summer, quizás una de las películas más clásicas para hablar del fin del amor. Este filme, estrenado en el 2009, dirigido por Marc Webb y protagonizado por Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel, es sumamente interesante. Por un lado, nos muestra a un personaje femenino que no necesita dedicarse completamente al amor romántico y, por el otro, nos entrega a un personaje masculino a quien le rompen el corazón pero que logra, a partir de allí, reevaluar su vínculo y ver cómo, quizás, desde el dolor, lo volvió más grandioso de lo que era.

Y pensando en cómo a veces las idealizaciones nos hacen sufrir, también del 2009, está He’s Just Not That Into You, una película de historias encontradas que revisa distintas etapas del romance, desde sus comienzos, donde todo parece maravillo (y, sorpresa, en general no lo es), hasta el final, cuando todo acaba y debemos volver a estar solos.

Y a veces, cuando nos quedamos solos, encontramos formas de ser mejores. De eso se tratan películas como Legally Blonde, la comedia del 2001 con Reese Witherspoon en el que una despechada Elle Woods encuentra en el camino de perseguir a su ex hasta Harvard su verdadera profesión, o Begin Again, la película del 2013 en la que una abandonada Gretta James (Keira Knightley) termina grabando el disco de su vida en Nueva York.

Por supuesto, hay muchos más ejemplos de historias de desamor tanto en la pantalla chica como en la grande: La La Land, Blue Valentine, Fleabag, Please Like Me, y tantas otras siguen contando estas tragedias. Y es obvio porqué: es algo que nos sucede a todos al menos una vez en la vida. ¿Qué mejor que el cine y la televisión para sentirnos un poco menos solos en esos momentos tan tristes?