Disney y Tim Burton, una relación plagada de idas y vueltas

La oscuridad, lo gótico y lo extraño no suelen ser características que asociemos naturalmente con Disney. Lo maravilloso, la inocencia y lo entrañable sí. Sin embargo, hubo una época (o varias épocas) en la que el estudio del ratoncito se interesó por un director que reunía esas tres primeras características: Tim Burton. ¿Cómo salió eso? Bueno, depende de qué época miremos, pero sin duda de la relación entre Disney y el director de Beetlejuice hay mucho que decir.

Como repasamos en este artículo donde hablamos de su biografía, Tim Burton tiene una relación con Disney que data desde sus primeros pasos en el mundo de lo audiovisual. Burton, que venía experimentando con la animación en stop motion desde la preadolescencia, se destacó entre sus compañeros de CalTech hasta ganar una pasantía en Walt Disney Productions.

Sin embargo, aunque Burton aprendió muchísimo en los pasillos de Disney y fomentó amistades que realmente le rindieron en su carrera como director, la experiencia en sus comienzos no fue del todo buena. Las ideas de Burton desentonaban un poco con lo que pretendía Disney: cortometrajes algo peculiares, como Vincent, animado en stop motion que contaba la historia (en versos rimados) de un niño que quería ser igual a su héroe del cine, el actor Vincent Price (quien, además, es quien narra la historia), o una adaptación con tintes japoneses del clásico Hansel and Gretel.

La gota que rebalsó el vaso de la relación incipiente entre Tim Burton y Walt Disney fue Frankenweenie, el cortometraje en el que se basa la posterior película del 2012, esa reversión del clásico de Mary Shelley pero que cambia la idea del hombre monstruo por la de un niño que intenta revivir a su perro. Para Disney, la oscuridad de la historia era demasiada: eso no estaba pensado para niños.

La explicación, quizás, detrás del enojo de Disney no yace en la propia obra de Tim Burton. Por esa época, la década de los 80, Disney estaba realmente luchando por conseguir un éxito. Intentando seguir algunas tendencias, se propuso lanzar un filme que tuviera tintes de la fantasía oscura que venía triunfando en películas como Conan The Barbarian, o The Dark Crystal. Ese filme fue The Black Cauldron, una aventura para el estudio demasiado costosa, en medio de crisis en el equipo de animación, que finalmente probó ser demasiado aterradora para las audiencias acostumbradas de Disney.

Tras el inmenso fracaso de The Black Cauldron, nadie estaba de humor para, valga la redundancia, el humor de Tim Burton. ¿Un niño jugando a revivir a un perro muerto? ¡No, gracias! Y así, esa incipiente relación entre el ratoncito más famoso del mundo y el director que luego triunfaría con su estilo gótico se rompió.

No para siempre, claro. Una década después, Disney, a través de sus subsidiarias, decidió respaldar The Nightmare Before Christmas, una película que si bien no es dirigida por el mismo Tim Burton, se basa en una historia y en unos personajes que salieron de su imaginación. El director de la ahora clásica “El extraño mundo de Jack”, como la llamamos de este lado del mundo, fue Henry Selick.

El éxito de The Nightmare Before Christmas les permitió continuar trabajando juntos bajo el paraguas de Disney: así, realizaron James and the Giant Peach, un musical basado en la novela de Roald Dahl al que, lamentablemente, no le fue tan bien como al clásico de Halloween.

Luego, Burton, que ahora estaba de buenas con Disney, accedió a dirigir Ed Wood, un filme que originalmente iba a ser dirigido por Michael Lehmann, pero que contaba la historia de uno de sus héroes del mundo audiovisual. El filme no fue un éxito comercial, sin embargo la crítica lo amó y, ahora, a tantos años de distancia, es considerado uno de los mejores de Burton. Y sí, fue producido por Disney (luego de que Columbia se negara cuando Burton propusiera filmar en blanco y negro).

Así, la relación de amor entre Disney y Burton llegó a un parate: un gran éxito comercial y dos que no lo fueron tanto. Los años pasaron, el nombre de Tim Burton siguió creciendo y las audiencias comenzaron a reconocer su estilo y a reclamarlo. Quizás por eso cuando en Disney se planteó la idea de realizar un live action de uno de sus clásicos, Alice in Wonderland, su nombre fue el que picó en punta.

El éxito de Alice in Wonderland no solo fue el puntapié inicial de la era de remakes live action de Disney (a la que le dedicamos un especial, claro que sí), sino que también le sirvió para cobrarse una venganza al mismísimo Tim Burton: luego de triunfar, pudo realizar un largometraje basado específicamente en el corto que le costó su puesto en Disney, Frankenweenie.

En el 2016, Burton produjo la secuela de Alice in Wonderland, Alice Through the Looking Glass, la cual fue realmente un fracaso tanto en términos de crítica como de taquilla, pero sin embargo, a Burton todavía le quedaba un cartucho más: en el 2019 fue elegido para dirigir la remake de Dumbo.

La película fue otro fracaso y para Burton, la gota que rebalsó el vaso. Luego de la experiencia, el director dijo que, en retrospectiva, luego de haber sido despedido y recontratado varias veces por el estudio, él ya se sentía un poco Dumbo: “trabajando para un gran circo horrible del que necesitaba escapar”.

¿Habrá sido Dumbo la última palabra dicha entre Disney y Burton? La cantidad de idas y vueltas en esa relación parece indicar lo contrario, aunque sí es cierto que Disney, en estos momentos, parece estar enfocándose en otras cosas como el Universo Cinematográfico de Marvel o Star Wars, con poco espacio para una mente activa y desafiante como la de Tim Burton.

Por otro lado, las palabras de Burton al respecto del estudio son todo menos esperanzadoras. Pero, mientras Burton siga cosechando éxitos, parece poco probable que Disney no vaya a realizar otro intento con él. ¡Nunca digas nunca!