Santos batilegados: la historia de Batman y su peculiar travesía por el cine y las series - Spoiler Time

Santos batilegados: la historia de Batman y su peculiar travesía por el cine y las series

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A horas del estreno de #TheBatman, Luis Miguel Cruz hace el repaso definitivo de la historia del Hombre Murciélago: del material original a las dos pantallas. Imperdible.

Si Batman es uno de los personajes más populares en toda la historia del cómic estadounidense es en buena parte por las dualidades en su concepción. No nos referimos únicamente al hecho de ser un hombre-murciélago, sino a los muchos otros elementos contradictorios que lo conforman: un individuo que da esperanzas desde la oscuridad de la noche; un héroe que no vacila en emplear métodos brutales contra sus enemigos, aunque eso sí, respetando siempre sus vidas al considerar que ésta es la única línea que le separa de ellos; un hombre ordinario que respaldado por un manto gótico se ha ganado el respeto de los mayores superhéroes de su casa editorial. Esto y más es Batman.

Este éxito, sin embargo, pudo ser muy distinto de haberse decantado por el diseño original sugerido por Bob Kane y Bill Finger. Después de todo, hablamos de un personaje nacido del éxito de Superman y de muchos otros personajes de naturaleza más bien pulp, todos ellos caracterizados por su nobleza y heroísmo, pero también por lo colorido de los atuendos. El caballero nocturno estuvo peligrosamente cerca de seguir esta misma línea, pues los primeros bosquejos muestran un individuo rubio y de traje rojo à la Flash Gordon, con un antifaz similar al usado por el Fantasma y con un calzoncillo oscuro como el usado por tantísimos guerreros impresos a través de los tiempos.

Tal vez habría sido uno más de no ser por una diferenciación que se tornaría vital en su desarrollo: la capa. No era una cualquiera, sino una inspirada directamente por el ornitóptero con el que Leonardo DaVinci intentó emular las alas de las aves. Kane y Finger, sin embargo, consideraron que bien podría emular las de un murciélago. Todo esto, además, complementado por una simple cuerda con la que el vigilante se balanceaba por los aires, demostrando así que no era un superhombre ni un guerrero espacial, sino un sujeto cualquiera dispuesto a todo por hacer justicia.

No menos importantes fueron otros elementos icónicos inspirados en otros viejos conocidos. El misticismo de Drácula –los monstruos clásicos de Universal, entre los que destaca el vampiro de Bela Lugosi, tenían una gran popularidad en ese entonces–, un emblema inspirado directamente en la marca del Zorro y dotes detectivescas extraídas de Sherlock Holmes, pero también de Dick Tracy. Así comenzó a escribirse la historia.

Debut impreso

La primera aparición del caballero de la noche se dio en el #27 de Detective Comics, publicado el 30 de marzo de 1939. ¿Lo notaron? ¡La portada del impreso lo muestra en una posición muy similar a la del diseño mencionado anteriormente! Su primera aventura, titulada The Case of the Chemical Syndicate, no lo enfrentó con sus bien conocidos adversarios que irían debutando más adelante, sino que lo mostraría investigando una serie de asesinatos en una planta química. Una misión que sentaría las bases del que, antes de afianzarse como un superhéroe, sería ubicado entre los grandes detectives de la ficción, en un número tan decisivo para la cultura popular que en subastas ha alcanzado un precio superior a los $1.5 Millones de Dólares.

Su popularidad fue tal que sólo necesitó unos meses para hacerse con su propio título, con Batman #1 publicado en abril de 1940. Un tomo que además marcó el debut de dos adversarios icónicos como Joker y Catwoman, introducida simplemente como The Cat.

Fue a partir de este punto cuando el panteón gótico comenzó una franca expansión con algunos de los héroes y villanos más importantes, no sólo del grupo editorial, sino de todo el cómic norteamericano, al grado que muchos de ellos siguen resonando con fuerza hasta nuestros días. Esto incluye a Robin (Detective Comics #38; abril 1940), el Pingüino (Detective Comics #58, diciembre 1941) o Acertijo (Detective Comics #140, octubre 1948). Un periodo tan decisivo que ha sido determinante para la llamada Edad de Oro de la casa.

La fama del murciélago creció tanto que los comics le quedaron cortos en muy poco tiempo. Las exigencias de un público que quería saber más del vigilante hicieron que sus aventuras impresas se expandieron al periódico en 1943. Más significativo aún fue que en ese mismo año debutó en cines con Batman, un serial en 15 entregas protagonizado por Lewis Wilson, quien pasó a la historia por ser el primer actor que encarnó al encapotado. Nunca tuvo un programa de radio, pero sí que tuvo varias apariciones en The Adventures of Superman (1945). La consolidación absoluta llegó en 1949 con el serial Batman and Robin, que protagonizado por Robert Lowery, fue determinante para que el murciélago alcanzara el éxito masivo entre la gente, sin importar siquiera que algunos sectores de la audiencia no hubieran abierto un solo cómic en sus vidas.

La Edad de Oro de Detective Comics, rebautizado como DC Comics en 1946, terminó oficialmente a mediados de los 50 tras una serie de cambios importantes en algunas publicaciones. Un periodo de transición que no impidió que el murciélago siguiera impulsándose hacia nuevos picos de popularidad que le afianzarían como el superhéroe más importante de todos los tiempos.

Cambios góticos

Muchos personajes batallaron en su transición a la Edad de Plata y el hombre murciélago no fue la excepción. Su carácter detectivesco se mantuvo, pero fue combinado con tintes de ciencia ficción, lo que pudo apreciarse en numerosos encuentros con extraterrestres a lo largo de 1958, así como una trama que intentó hacerlo pasar por uno ante los ojos de Gótica y del mundo entero. A esto sumemos el debut de villanos con muchos toques del género como sería el caso de Mr. Freeze, quien empezó a provocar gélidos dolores al murciélago en 1959. Y claro, también de una importante aliada como Batgirl, quien se unió a la lucha en 1961 y no tardó en convertirse en una favorita de los lectores.

Padeció también una tenue baja de popularidad, lo que motivó a DC a renovar la apariencia durante el llamado New Look de 1964. Lo cierto es que su diseño no sufrió alteraciones verdaderamente drásticas, siendo el óvalo amarillo dentro del cual se halla el símbolo gótico el más evidente de todos. Llegaron también nuevos villanos, ninguno de los cuales trascendió con fuerza hasta nuestros días.

Para terminar una época de grandes cambios no podemos olvidarnos del nuevo salto a la pantalla protagonizado por Adam West. Comenzó con Batman: la película (1966), pero realmente apuntaba a la televisión con una serie que, inspirada en los éxitos de otros shows como El llanero solitario (1949) y Adventures of Superman (1952), mostró al dúo dinámico en incontables aventuras contra los más “temibles” adversarios. Así, entrecomillados porque era un show netamente familiar que estaba muy lejos de replicar las acciones más oscuras vistas en el impreso.

Suele verse como un éxito rotundo desde los ojos de la nostalgia, cuando su historia está plagada de altas y bajas: algunas temporadas padecieron mala planeación y bajos ratings, pero los problemas se resolvieron con el carisma del elenco y la incorporación de un personaje femenino de peso como Batgirl para la tercera temporada. Su legado, aunque determinante en la historia gótica, tampoco carece de claroscuros: popularizó al murciélago frente al público general, pero también creó falsas nociones de sus bases narrativas. ¿Alguna vez han leído o escuchado a las personas que crecieron con el encapotado de Adam West sin abrir un solo cómic? A muchos de ellos les cuesta asimilar la oscuridad de las adaptaciones de Tim Burton o la brutalidad del Joker desde Heath Ledger, pues están convencidos de que Batman es un héroe amable con villanos meramente alocados, incluso algunos graciosos, pero no realmente peligrosos. Unos lo aman y otros lo odian.

El show culminó en 1968, pero no tardó en convertirse en un fenómeno de la cultura pop. Por su parte, la oscuridad impresa que integra la verdadera esencia del caballero nocturno empezaría a potenciarse a sus puntos más altos sólo unos años después…

Sube la violencia

El escritor Dennis O’Neil y el artista Neal Adams tomaron las riendas góticas en 1971 y no tardaron en empaparlas de la brutalidad que tanto caracterizó la década. Hay quienes los consideran responsables de la crudeza que caracterizaría a Batman desde entonces, cuando ellos siempre admitieron que no hicieron sino rescatar las bases creadas por Bob Kane: un sujeto obsesionado con la venganza. Esto, sin embargo, no significa que no hicieran aportaciones al legado, siendo Ra’s al Ghul, creado en el mismo 1971, uno de los más importantes: un villano que, más allá de su longevidad, sus capacidades tácticas y sus habilidades de combate, posee una inteligencia que le pone a la par de alguien tan brillante como nuestro héroe.

La escalada de violencia alcanzó un pico en los 80 con la publicación de títulos que hoy son clásicos indiscutibles en la bibliografía del vigilante. La lista incluye The Dark Knight Returns (1986), escrita por Frank Miller, sobre un veterano Bruce Wayne que vuelve a las andadas para combatir la nueva ola de crimen que aqueja a la ciudad, debiéndose enfrentar además a las autoridades que lo han etiquetado de amenaza e incluso han recurrido a Superman en busca de apoyo. Batman: Year One (1987), también de Miller, nos lleva al otro punto al centrarse en el primer año del entonces joven millonario como el caballero de la noche y cuya explosividad e inexperiencia dejan un personaje brutal que por momentos batalla para contenerse.

La crudeza se tornó extrema con A Death in the Family (1988), que escrita por Jim Starlin, terminó con la vida del segundo Robin, Jason Todd, a manos del Joker, un suceso tan definitivo que sigue teniendo repercusiones en el impreso contemporáneo. Finalmente Batman: The Killing Joke (1988) de Alan Moore, que se olvida del murciélago para centrarse en la historia de origen del rey payaso del crimen y que pasó a la historia por el disparo que deja paralítica a Barbara Gordon. Aventuras marcadas por la tragedia, pero también por un carácter maduro y decisivo, cuyas viñetas siguen siendo motivo de admiración entre los lectores y cuyas tramas hoy se ubican entre lo mejor del cómic estadounidense de todos los tiempos.

Y para cerrar con broche de oro, la adaptación de Batman (1989) a cargo de Tim Burton y protagonizada por Michael Keaton. La elección de este último como protagonista desató la molestia generalizada de los aficionados, al grado que el estudio recibió más de 50,000 cartas que protestaban la decisión. ¡Ni Bob Kane estaba de acuerdo! Pero Keaton, quien fuera tachado de un simple actor de comedia, sorprendió a propios y extraños con una interpretación virtualmente perfecta que capturó la heroicidad del caballero nocturno, pero también el misterio y la tragedia que rodean a Bruce Wayne.

Contó además con el invaluable respaldo de Jack Nicholson como un Joker de tintes gansteriles, un casting de tan alto calibre que fue equiparado con el de Marlon Brando y Gene Hackman para Superman (1978). La confianza del estudio en el proyecto se manifestó en una alta inversión palpable muy especialmente en los sets, que ocupaban 35 hectáreas de los estudios Pinewood de Londres. Para que se den una mejor idea de las dimensiones, Six Flags México mide 45 hectáreas. El vestuario, la música a cargo de Danny Elfman y la Gótica concebida en un estilo art decó se tornaron tan icónicas que aún perduran en el imaginario colectivo. A más de 30 años de distancia, se mantiene firme entre las mejores adaptaciones de comics de todos los tiempos.

Una década compleja

La de los 90 volvió a ser una época de altibajos para el murciélago. Comenzó bien con un 1992 prometedor en el audiovisual, primero con Batman regresa (1992) que enfrentó al murciélago de Keaton contra el Pingüino y Catwoman, quienes fueron encarnados brillantemente por Danny DeVito y Michelle Pfeiffer. Solo unos meses después estrenó Batman: La serie animada (1992), un show maduro que adoptó muchos elementos estéticos y narrativos de la mitología burtoniana, y que sobresalió además por las voces de Kevin Conroy como Batman y muy especialmente de Mark Hamill como Joker.

La cinta brilló entre el público y la crítica, pero no del modo en que Warner esperaba. La oscuridad de la trama, la inadaptabilidad de los personajes y la repugnante caracterización de DeVito impidió al estudio complementar el éxito en taquilla con venta de productos o con alianzas comerciales. Esto resultó en el adiós de Tim Burton y la llegada de Joel Schumacher. Ya hablaremos de esto más adelante. La serie, por su parte, tuvo dos temporadas de enorme éxito que contribuyeron al desarrollo de otros proyectos importantes, como filmes góticos y shows centrados en otros superhéroes. Trascendió además por el debut de Harley Quinn (1992), quien gozó de tal popularidad que terminó siendo incorporada al impreso. Hoy es piedra angular del DC Extended Universe, con más apariciones en pantalla que el propio Batffleck.

Su impacto, sin embargo, fue insuficiente para contener la caída libre del murciélago impreso. El éxito de los marvelitas Spider-Man y X-Men a cargo de Todd McFarlane y Jim Lee impactó duramente en DC Comics, que recurrió a medidas desesperadas para mejorar sus números de ventas. Esto incluyó un enorme peso narrativo al Robin de Tim Drake, que para muchos buscaba era equiparable al de la popular Jubilee. La estrategia no funcionó y la casa editorial decidió que lo mejor sería la concepción de un evento que sacudiera los cimientos de la publicación.

Terminar con su vida habría sido predecible tras la reciente La muerte de Superman (1992), por lo que se decidió que lo mejor sería romper su columna a manos de un recién debutado Bane (1993), para que el héroe caído contemplara la debacle de su urbe incapaz de hacer nada. Knightfall (1993) trascendió como uno de los arcos más brillantes en toda la historia del título, al demostrar que para vencer a un héroe no importa tanto el combate físico, sino el quebrarlo emocionalmente. Dio además uno de los villanos más memorables de la era moderna. Si no impulsó de todo al impreso fue por culpa del mensaje contradictorio desde el cine con un vigilante que dejaba atrás su carácter gótico en favor del colorido.

¿Caída en picada?

¿Recuerdan cuando dijimos que el Batman de Adam West provocó que algunas personas pensaran que la galería gótica era amable y divertida? No sabemos si Joel Schumacher era aficionado del show, pero por edad –nació en 1939– es un hecho que debió conocerlo y también es seguro que su visión gótica se vio muy influenciada por él. Al menos así sugieren los reportes desde el set, en que cada vez que alguien quería ponerse oscuro, el director recordaba que todo era una caricatura.

Sus películas, Batman eternamente (1995) y Batman & Robin (1997), mantuvieron tenuemente la estética de Tim Burton, pero añadiendo varios tintes de color en los trajes y en las luces león que engalanaban la nueva ciudad. El encapotado de Val Kilmer preservó su aura misteriosa, pero no así el de George Clooney que era excesivamente sonriente. Ni qué decir de Riddler (Jim Carrey), Two-Face (Tommy Lee Jones), Poison Ivy (Uma Thurman) y Mr. Freeze (Arnold Schwarzenegger), concebidos con tal extravagancia que bien habrían podido integrarse en las filas del Joker de César Romero. Y las bromas, como la batitarjeta de crédito. Y los batipezones…

La lista de críticas es larga y aunque el deceso del cineasta en 2020 motivó una tibia reivindicación a sus adaptaciones, es difícil negar que su trabajo atentó duramente contra el legado gótico. Tanto, que por años se pensó que su carrera cinematográfica había llegado a su fin tras sufrir un daño irreversible. Afortunadamente para todos, si hay algo que ha caracterizado al personaje a través del tiempo, es su resiliencia.

Cruzada a un nuevo siglo

El Siglo XXI comenzó de un modo imprevisible debido a los atentados del 9/11. Y como en todas las industrias, estos repercutieron con dureza en el terreno de los superhéroes, donde incluso se pensó que desaparecerían ahora que sus increíbles hazañas habían impactado de lleno con la realidad. Pero al igual que el cine y las series, estos incansables guerreros no hicieron mas que adaptarse a los nuevos tiempos a partir de toda clase de fórmulas. En el caso de Batman, fue el hiperrealismo.

Una tendencia que empezó a apreciarse en Hush (2002), que escrito por Jeph Loeb e ilustrado por Jim Lee, nos conduce por un misterio que implica secuestros, regresos inesperados y un encapotado tan enfurecido que queda peligrosamente de cruzar la línea que línea que divide el bien del mal cuando, después de contenerse por años, trata de matar al Joker. Lo habría hecho de no ser por la rápida intervención de Gordon. El arco no está exento de fantasía, pero ésta es trabajada de un modo tan orgánico que se diluye ante la narrativa. Caso similar al de Batman and Son (2006) de Grant Morrison y que reveló la paternidad de Bruce Wayne a través de un hijo concebido con Talia al Ghul.

El regreso a lo más alto se vio enaltecido por un evento como Final Crisis (2008), de corte netamente fantástico, pero que marcó un punto crítico en la mitología del personaje tras su heroico sacrificio en sus esfuerzos por detener a Darkseid. La imagen del cadáver en brazos de Superman era clara: un hombre bueno puede hacer más que un dios.

Como no podía ser de otro modo, este ascenso se reflejó en la vuelta del guerrero al cine en 2005. Esta vez bajo las órdenes de Christopher Nolan y con Christian Bale como protagonista. Mucho hemos hablado sobre lo glorioso que resultó la trilogía que marcó uno de los puntos más altos en las adaptaciones de comics y que trajo la primera gran gloria del superhéroe cinematográfico con el Oscar a Mejor actor de reparto de Heath Ledger. Una hazaña que parece poco para todos aquellos que anhelaban nominaciones a Mejor película y Mejor director para El caballero de la noche (2008). Un proyecto tan monumental que, sin querer, terminó provocando grandes complicaciones al futuro, no sólo de esta franquicia, sino de los crecientes deseos por concebir un universo cinematográfico por parte de DC Comics.

“Y estás usando una máscara saltando por los tejados” decía Jim Gordon al final de Batman inicia (2005). Puede que Christopher Nolan se diera tiempo a bromear sobre la naturaleza ficticia de Batman, pero su visión realista fue predominante. En Chicago como telón de fondo, los gadgets construidos a partir de tecnología militar y villanos de naturaleza terrorista. Todo esto hizo que la presencia del encapotado de Bale a una franquicia conjunta integrada por kryptonianos, amazonas y atlántidas fuera poco más que imposible. La opción, aunque dolorosa, fue el reboot.

Es un hecho que la encarnación de Ben Affleck que debutara en El origen de la justicia (2016) no fue la más brillante, pero también es cierto que el grueso del público nunca le dio la oportunidad de demostrarse a sí mismo. Su Batman, o quizá deberíamos decir su Batffleck, fue cumplidor y sobre todo efectivo para las necesidades del DC Extended Universe, que no tardó en aprovecharlo como eslabón para la construcción de un subuniverso netamente gótico que de momento incluye dos versiones de Escuadrón Suicida (2016; 2021), Aves de presa (2020) y que próximamente crecerá todavía más con Batgirl (2022). La trascendencia del murciélago sigue siendo tal, que incluso será pieza clave en The Flash (2022), crossover multiversal que juntará a los vigilantes de Affleck y Keaton.

No menos debatible fue cuando Warner y DC, conscientes de la alta popularidad del encapotado y toda su galería, decidieron crear proyectos alternos de bases más –adivinen– realistas. El primero fue Joker (2019), que protagonizado por Joaquin Phoenix trasladó al payaso del crimen al panorama scorsesiano. La práctica continúa con The Batman (2022) con Robert Pattinson como el héroe y con una bases que por momentos parecieran estar en continuidad con el héroe de Nolan. Los vínculos del actor con Crepúsculo (2008) hicieron que el casting fuera controvertido, pero su calidad histriónica prevaleció y las primeras impresiones han sido más que positivas.

Más allá de los resultados, el desarrollo de una doble franquicia simultánea ha generado malestar entre algunos sectores de las audiencias que hablan de sobreexplotación y riesgo de confusión. Sobre el primer caso ya hemos hablado en el pasado. En cuanto al segundo, se trata de una aseveración debatible si consideramos que los comics han hecho exactamente lo mismo por generaciones. Las más recientes pruebas de ello fueron The New 52 (2011) y DC Rebirth (2016) que figuran entre las mayores renovaciones en la historia de Batman y de todo DC Comics. Sus publicaciones para nada empañaron el legado.

Aunque la historia nos dice que el éxito nunca está garantizado, el futuro luce prometedor para un personaje que parece afianzarse como el héroe favorito de las audiencias. Una situación comprensible si consideramos que mientras las posibilidades de que un alienígena todopoderoso resguarde el planeta o que arañas radioactivas doten de habilidades a un buen chico lucen francamente remotas, las de un vigilante enmascarado no suenan tan descabelladas en un mundo que, hoy más que nunca, está necesitado de esperanza. Incluso cuando ésta provenga de la oscuridad.

Con una historia marcada por la tragedia y el sentido del deber, Batman no siempre parece ser el héroe que merecemos, pero vaya que es el que necesitamos.

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