El cine de superhéroes es más que un subgénero - Spoiler Time

El cine de superhéroes es más que un subgénero

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Luis Miguel Cruz analiza el casi cuarto de siglo de los superhéroes en la cumbre cinematográfica.

Son muchos los que se empeñan en decir que las películas de superhéroes no son más que una moda pasajera. Pero pocas veces nos paramos a pensar que la llamada era moderna de estas producciones comenzó en 1998 con Blade, lo que significa que alcanzará los 25 años en 2023. Con un cuarto de siglo a sus espaldas, sería justo que dejáramos de ver estos proyectos como una simple tendencia y empezáramos a considerarlos como lo que son: historia del cine y referentes de una época. Tal y como el western o el musical lo fueron en su momento.

En más de una ocasión hemos hablado de lo que estos personajes representan para el imaginario colectivo y más en los turbulentos tiempos en que vivimos. Sin embargo, también es importante referirnos a la amplia gama de variantes narrativas que nos han dado estos filmes. O lo que nosotros conocemos como géneros.

Admitámoslo: todos nos referimos a estas películas como cine de superhéroes. Lo hacemos por facilidad más que por algún tipo de desprecio, pues es el modo más sencillo de englobarlas. Pero al hacerlo, invariablemente decimos que El Protegido va de la mano de Elektra que a su vez va de la mano de The Batman cuando no es así. Para darnos cuenta del problema, es como cuando alguien dice que la animación es un género y que además es para niños. Pero no nos metamos en otro debate, al menos no por ahora.

Hubo un tiempo en que estos proyectos fueron ubicados dentro de la acción o la ciencia ficción fue porque el número de títulos era limitado y que el grueso se caracterizaba por elementos comunes como a) secuencias espectaculares b) poderes de naturaleza alienígena, suscitados de experimentos fallidos o producto de la evolución. No había mucho que discutir. No es una crítica, sino una realidad. De hecho, muchas de nuestras encarnaciones favoritas pueden englobarse de este modo, como el Superman de Christopher Reeve o el Spider-Man de Tobey Maguire. Esto para nada significa que sean malas ni limitadas, pues su éxito se debe en buena parte a la popularidad de sus personajes, la fidelidad de sus adaptaciones y el ser pioneras en muchos aspectos a través del tiempo.

Pero lo cierto es que no todos los personajes podrían sostenerse de este modo. Si no, pregúntenle al Daredevil de Ben Affleck, contemporáneo del citado arácnido y que por momentos parece una copia mal ejecutada. Esto mismo ha provocado que muchas producciones se decanten por la exploración de distintos géneros en un esfuerzo por garantizar el éxito de una vastísima galería de héroes y villanos, así como la preservación de un cine que ha demostrado alta rentabilidad.

La pionera del cambio fue DC con el Batman de Tim Burton que deambuló muy cerca del terror al apoyarse con fuerza en el expresionismo y en el gótico. Un proyecto tan adelantado a su tiempo y protagonizado por un héroe con una construcción audiovisual tan familiar [conozcan su historia aquí] que terminó siendo cancelado. Eso sí, no sin antes sembrar una semilla que fue cosechada por Blade de Stephen Norrington, considerada la primera adaptación de la era moderna no por su temporalidad –Batman & Robin estrenó sólo un año antes–, sino por innovación. Una adaptación de comics de terror puro y duro.

La práctica tardó en ser plenamente aceptada. Pregúntenle a Los cuatro fantásticos de Tim Story y su inmersión en la comedia familiar (ya regresaremos a ella un poco más adelante), pero eventualmente sucedió con el Batman de Christopher Nolan que deambuló cerca del thriller y el Marvel Cinematic Universe que marcó una auténtica explosión durante su Fase 2. Capitán América y el Soldado del Invierno de los Russo siempre será el ejemplo por excelencia por tratarse de un exquisito thriller político, pero no nos olvidemos de Guardianes de la Galaxia que fusionó comedia con una ciencia ficción más pura a las clasificaciones mencionadas al inicio del artículo, ni de Ant-Man que heredó la fórmula de ¡Los 4 Fantásticos! Y es precisamente por esto que la primera gran adaptación de la familia de superhéroes ha gozado de una tenue reivindicación en los últimos años.

La magna franquicia marvelita ha continuado con esta evolución, lo que le ha ayudado a seguir prosperando ante los ojos de un público sediento de novedad. Esto pudo apreciarse en la Fase Tres Doctor Strange que combina fantástico con terror, una trilogía arácnida sustentada sobre el coming-of-age, Thor: Ragnarok que mezcla comedia con épica al replicar el viejo cine de gladiadores o Avengers: Endgame que bien podría pertenecer al heist con un complejo plan para la realización de un atraco imposible. La tendencia se mantiene en la Fase Cuatro con Black Widow que debe mucho al cine de espías, Shang-Chi al cine de acción chino y Doctor Strange en el multiverso de la locura que apunta al terror desde la dirección de Sam Raimi.

El DC Extended Universe batalló más en entenderlo y sólo empezó a hacerlo con Mujer Maravilla apoyada en el fantástico, Aquaman en el viejo cine de aventuras y Shazam! en el terror infantil. Ni qué decir de sus proyectos paralelos, con Joker como un drama puro y duro y The Batman como un thriller de tintes fincherianos. Estos últimos, tan brillantemente ejecutados, que han sido contundentes en crítica y taquilla.

Crédito: Warner Bros.

La exploración de los distintos géneros es tan importante para el éxito o fracaso de una película de superhéroes, que no está de más rememorar algunos tropezones. Daredevil, Elektra y Ghost Rider son los ejemplos por excelencia, aunque todos ellos podrían ser perdonables por pertenecer a una primera tanda de proyectos que experimentaban por encontrar el camino; aunque hoy día son muchos los que exigen su retorno, más por el talento y el carisma del actor protagonista que por lo visto en el filme, le pasó también al Spider-Man de Andrew Garfield que no ofreció nada realmente nuevo a su antecesor; más recientemente, el Venomverse ha pecado de excesivamente genérico, pues personajes que pudieron ser terroríficos y brutales como Venom, Carnage o Morbius, han sido tibios y lo peor de todo, olvidables.

Podríamos dedicar párrafos enteros a enlistar los distintos géneros abordados por estas cintas a lo largo de los últimos años. Sólo diremos que estas variantes narrativas han sido determinantes para que estas producciones hayan cautivado al público por un cuarto de siglo, algo que seguramente seguirán haciendo con estupendos resultados por muchos años más. Quizá por esto, no estaría de más pensarlo dos veces antes de volver a referirnos a las películas de superhéroes como si de un género/subgénero se tratara. Más que un simple agrupamiento, estos personajes se han ganado con creces el derecho a ser considerados cine en toda la extensión de la palabra.

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