La serie de misterio y ciencia ficción creada en 2004 por J.J. Abrams y Damon Lindelof marcó un antes y un después en la historia de la televisión, cambiando radicalmente la visión acerca de las historias que se presentaban de la pantalla chica. Antes de Breaking Bad, antes de Game of Thrones, antes de Stranger Things y Succession: existió Lost.
Con el paso del tiempo, Lost se convirtió en el padre de las ficciones de la década del 2000: en algún sentido, la serie fue la piedra angular de las famosas maratones y el ritual de tener que esperar hasta que la cadena confirmara la renovación. Cada episodio del programa era un evento en sí mismo.
La forma en la que la serie desarrolló la historia de cada uno de sus personajes a través de flashbacks fue fantástica. En una época donde no era muy común que se utilizara este recurso en televisión, resultaba atractivo ir conociendo a los protagonistas de a poco sin la necesidad de usar una voz narrativa.
Además, en las últimas temporadas incorporaron los flashfoward que nos mostraban lo que sucedía con los seis sobrevivientes que abandonaron la isla. Absolutamente, todos los personajes tuvieron su momento destacado y pudimos conocer la historia de cada uno de ellos.
Diversos elementos de la historia de Lost han sido referenciados y homenajeados por decenas de series y películas. El show creó todo un imaginario popular alrededor de sus misterios. Podríamos decir que las locas teorías que hoy vemos para Star Wars, GOT, Marvel y demás, nacieron gracias a la serie de ABC.
Recopilar todos los misterios que aparecieron en las seis temporadas resulta casi una misión imposible: un oso polar, un extraño humo negro, los números, la población dentro de la isla, el logo de Dharma, una enfermedad mortal que ataca solo a las mujeres embarazadas. La isla de Lost era una permanente caja de sorpresas.
La enigmática trama logró mantener en vilo a la audiencia durante seis largas temporadas, y si el show existiera en esta época de las redes sociales, todo estaría inundado con teorías de Lost. Lo cual al final del día le terminó jugando en contra al show, puesto que las ideas de los fanáticos para el final terminaron siendo más satisfactorias que la realidad.
Tampoco podemos olvidar uno de los mejores episodios de la televisión: The Constant, el capítulo 5 de la cuarta temporada. La historia de amor de Desmond y Penny y las teorías detrás de los viajes en el tiempo fueron sensacionales. Es un capítulo que hay que ver al menos una vez por año.
Por último, así como recopilamos todo lo bueno, no podemos olvidar lo malo: Lost se convirtió en el ejemplo más claro de cómo no finalizar una serie. El show se volvió tan grande que los creadores no supieron cómo manejarlo y eligieron un final que dejó vacíos a todos, a pesar de que con el tiempo le podemos encontrar cierto sentido.
Cuando GOT terminó, todos recordamos el final de Lost. En la cultura popular, la serie es un sinónimo de tener un pésimo final, lo cual es una lástima, porque se merece ser recordada como un producto televisivo revolucionario.
