Benito Mussolini: dictador y estrella hollywoodense
Todos sabemos quién fue Mussolini, el dictador italiano detrás del fascismo italiano que tuvo el poder en ese país de Europa desde 1922 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Además, como venimos explorando en esta semana, el fascismo mantiene una relación muy estrecha con el desarrollo de la industria audiovisual, sobre todo, claro, en Italia. Y esto se debe no solo a que Mussolini y quienes lo acompañaban confiaban y entendían el poder de dicha industria para difundir sus ideas, sino porque el mismo Mussolini había sido parte de la misma.
Sí, además de dictador, se descubrió que Mussolini tenía un pasado como actor. Quizás fue allí donde el político y militar germinó algunas de las ideas que luego emplearía cuando llegara al poder.
Nacido el 29 de julio de 1883, Benito Amilcare Andrea Mussolini, más conocido como Benito Mussolini a secas, es una de las figuras políticas más detestadas del siglo XX. Nacido en una familia con un padre herrero y una madre maestra, tuvo dificultades desde joven para adaptarse a las normas, siendo expulsado de diferentes escuelas por pelearse con sus compañeros.
De su familia, Mussolini bebió la ideología socialista, aunque eventualmente fue expulsado de dicho partido por sus posturas nacionalistas mientras que Italia ingresaba en la Primera Guerra Mundial, en la cual combatió hasta ser dado de baja por una herida de guerra. La sensación de insatisfacción que le dejó esta primera guerra (a él, pero también a toda Italia) fue lo que lo motivó a crear en 1919 el primer gérmen del fascismo italiano, los Fasci Italiani di Combattimento, luego conocidos como “camisas negras”.
Gracias a su postura anti socialista y anti comunista, Mussolini fue, en primera instancia, bien visto por empresarios y terratenientes, que apoyaron su ascenso al poder. Luego, en 1922, ya con el Partido Nacional Fascista fundado y los “camisas negras” a su mando, fue capaz de llegar a convertirse en primer ministro de Italia.
Sin embargo, la política no era su único interés. En el 2014, la investigadora italiana Giuliana Muscio descubrió en el Museo de Arte Moderno de Nueva York los restos abandonados y olvidados de una película filmada en 1923 que lo tiene a Mussolini como parte de su elenco. El filme se basa en la novela de Hall Cain, The Eternal City, y fue dirigido por George Fitzmaurice, mientras que la producción estuvo a cargo de Samuel Goldwyn, uno de los fundadores de la Metro-Goldwyn-Mayer.
En la película, Mussolini comparte cartel con Lionel Barrymore, una estrella hollywoodense que participó en filmes como ¡Qué bello es vivir!, Vive como quieras y Huracán de pasiones, lo que indica que no se trataba de un mero ejercicio para mantener entretenido a un líder político, sino de una verdadera oportunidad para él para lograr que su mensaje, su ideología, trascendieran fronteras.
En la historia, incluso, el personaje interpretado por Benito Mussolini es una suerte de héroe que facilita el final feliz: la trama nos presenta a dos jóvenes enamorados, David y Roma, que se verán separados por la guerra. David termina asesinando a un líder comunista y, en vez de ir a prisión, es perdonado por el líder fascista, el mismísimo Mussolini (que sí, claro, hace de sí mismo).
Habiendo participado de una producción de esta escala, no caben dudas de que Mussolini estaba muy bien informado acerca de las posibilidades del cine. Quizás fue allí, en el set de filmación de The Eternal City donde el dictador italiano se dio cuenta de que “la cinematografía es el arma más poderosa” y comenzó a planear la reconstrucción de la industria audiovisual en su país con el mero objetivo de poder difundir el mensaje fascista.
