Las Tortugas Ninja han estado en nuestras vidas hace varias décadas, pero para quienes nos criamos en los años 90, nadie nunca superará a las primeras películas de acción real hechas con mucho ingenio, amor y efectos prácticos.
Estas películas de las Tortugas de las que estamos hablando fueron nuestros Avengers, pero lamentablemente nunca se pudo replicar la magia que encontraron. De hecho, las dos primeras cintas fueron excelentes, pero la tercera fue tan mal recibida que hasta hizo que se cancelara una cuarta entrega.
Con Judith Hoag, Elias Koteas, Brian Tochi, Robbie Rist, Corey Feldman y Josh Pai, entre otros, cómo protagonistas, la premisa de las películas era bastante simple: Las Tortugas tratando de detener a Shredder mientras aprenden a controlar sus habilidades a través del maestro Splinter.
Prácticamente todas las películas de las Tortugas siguen una premisa similar, pero la diferencia aquí se encuentra en el corazón de la cinta, la dinámica entre los cuatro mutantes y la sensación de estar viendo una producción a gran escala de los Power Rangers.
Si hoy se intenta hacer una película live action de las Tortugas, seguramente se use mucho CGI, pero aquí no fue el caso y si bien en algunos aspectos pierde un poco de credibilidad, la realidad es que los efectos prácticos elevan a la película. Los hermanos de Nueva York son adorables y muy graciosos, y la historia hace un gran trabajo al destacar eso sobre cualquier otra cosa.
Los números en taquilla tampoco son tan impresionantes, incluso podríamos decir que estás películas de las Tortugas son más un clásico de culto que otra cosa:
Claro que, cómo pasa con muchas películas de los 90 y los 80, la nostalgia nos nubla un poquito la visión, pero la realidad es que la historia es relativamente familiar, lo que definitivamente no es el caso de las películas de acción modernas. Además, las escenas de acción no cuentan con una violencia realista, sino algo más estilizado, pero eso no quiere decir que sean menos divertidas.
Los cómics de las Tortugas se lanzaron en 1984 y para 1990 ya tenían varios fanáticos, pero las películas lograron aumentar la popularidad de los hermanos mutantes, destacando las artes marciales y los elementos más coloridos de esta historia. Por supuesto, los dobles acrobáticos y los trajes creados por Jim Henson ayudaron mucho, inventando algo poderoso, duro y divertido al mismo tiempo.
Si bien los cómics a menudo eran muy violentos, las películas pudieron captar la atención de los niños más pequeños. Sí, hubo escenas de lucha con armas, pero es una historia creada para toda la familia. Cualquier película de superhéroes tiene un clímax que involucra a un villano que necesita ser asesinado, pero las Tortugas lo hicieron mucho más genial e infantil.
Por último, pero no menos importante, estás películas destacaron más que ninguna la parte adolescente de las Tortugas Ninja y sus personalidades, por eso fue tan fácil identificarse con ellas. En estos días, la mayoría de los superhéroes o héroes, en general, son adultos, lo que le da a la audiencia más joven algo a lo que admirar, pero aquí nuestros héroes parecían niños.
La comedia fue una parte esencial de esto, enamorando a chicos y grandes, balanceando las partes oscuras y emocionales con mucho humor. Rafael recibe una gran paliza, Splinter es secuestrado y las Tortugas lidian con la pérdida de su mentor, entre otras cosas, pero también tenemos chistes de pizza, frases pegadizas y momentos tontos en las batallas.
El concepto de familia y la importancia de la misma es un elemento que está presente en las tres películas de los 90, más allá de su calidad, y es algo que nos encanta. Son cintas que te ponen de buen humor, te sacan una sonrisa y hacen que te olvides de todo por un tiempo. Esperemos que la nueva versión animada logré esto también.
No todas las películas de héroes necesitan ser épicas, violentas, con muchas explosiones, cameos y demás, la magia de la trilogía de los 90 de las Tortugas está en su familiaridad. Sí, es una historia fantasiosa de mutantes que combaten el crimen, pero no por eso deja de sentirse como algo cercano.
