¿Por qué las heroínas de acción amenazan la masculinidad?

Rey Skywalker, Katniss Everdeen, Carol Danvers, Shuri, Kate Bishop, Galadriel y más. Las heroínas han llegado a las pantallas, tanto la grande como la chica, para quedarse. En un mundo que siempre fue protagonizado por personajes masculinos, esta inclusión debería celebrarse. Sin embargo, no siempre es así.

Los personajes femeninos heroicos, que siguen siendo muchos menos que los masculinos, se encuentran a menudo con críticas despiadadas y burlas por parte de los fanáticos, en especial aquellos que son hombres. ¿Por qué se da este fenómeno?

Como venimos revisando a lo largo de esta semana de artículos dedicados a analizar la masculinidad en el cine y la televisión, el hombre ha sido siempre el gran protagonista de todas las historias. Uno de sus roles más comunes es, por supuesto, el del héroe y, en especial, el héroe de acción. La lista de estos personajes es interminable: desde todos aquellos que nos entregan las franquicias de superhéroes, pasando por James Bond y hasta Rambo, los ejemplos son prácticamente infinitos.

Sin embargo, en los últimos años, gracias al avance del feminismo y sus luchas y también las de identidades de género disidentes, tanto el cine como la televisión han tenido que empezar a repensar sus historias y a sus protagonistas en favor de incluir en el rol principal a algo más que los hombres.

Así, en la industria audiovisual han comenzado a aparecer personajes femeninos fuertes, capaces de hacerse cargo del rol de “héroe de acción” y hasta protagonizar sus propios tanques cinematográficos. ¿El problema? Esta inclusión o nueva aparición no siempre es bien recibida. Los fanáticos, acostumbrados a sus héroes clásicos, se revuelven en los asientos y desmenuzan hasta el hartazgo estos personajes femeninos fuertes.

¿Por qué? Los motivos pueden parecer de lo más diversos, pero, a grandes rasgos, creo que las críticas se deben a dos: por un lado, la típica resistencia al cambio. No es fácil darse cuenta de que el mundo está cambiando. Mantener el status quo da una falsa sensación de seguridad que nos hace creer que podemos prever lo que sucederá en el futuro. Si ese status quo se modifica, ¿quién sabe lo que puede suceder? En el caso de los hombres, que están acostumbrados (consciente o inconscientemente) a una vida de protagonismo y privilegios, la sola idea de compartir ese lugar bajo el foco puede ser atemorizante.

Por otro lado, no podemos mentirnos: las producciones audiovisuales, en general, no incluyen personajes femeninos fuertes por su compromiso con las luchas feministas, sino simplemente porque es lo políticamente correcto hoy en día, lo comercialmente adecuado y lo que vende. En esa falta de compromiso, a veces, se terminan lanzando personajes que carecen de la construcción adecuada para ser verdaderas heroínas de acción. Un claro ejemplo de esto es la ya infamemente famosa escena de Avengers Endgame en la que todas las heroínas se reúnen en pantalla para apoyarse las unas a las otras a pesar de que casi ni habían cruzado palabra en los más de diez años de películas del Universo Cinematográfico de Marvel.

La combinación de estos dos motivos da un resultado terrible: si sumamos la inquietud de ver el mundo cambiar frente a nuestros ojos, la sensación de pérdida de un poder que hasta ahora no habíamos notado que teníamos con personajes pobremente construidos, es lógico que los hombres critiquen despiadadamente a las heroínas femeninas.

Si me aventurara a pensar cómo podríamos solucionar estas críticas, creo que parte de esa solución se encuentra en las manos de los realizadores: habrá que empezar a construir mejores personajes femeninos para que sea más fácil aceptarlas en pantalla, compartiendo el estrellato con los héroes de acción masculinos. Sin embargo, esta no es una tarea sencilla: para construir mejores personajes femeninos habrá que empezar a validar y escuchar la experiencia femenina, haciéndole sitio a realizadoras femeninas, artistas femeninas, guionistas femeninas y un largo etcétera dentro de la industria que, desde sus vivencias únicas, puedan ayudar en la creación de dichos personajes.

¿Qué hacemos mientras tanto como espectadores? Un mea culpa: cada vez que critiquemos a una heroína de acción, habrá que preguntarse si lo estamos haciendo desde el ojo crítico de espectadores, notando las falencias en una historia construida a las apuradas para llenar una necesidad de la industria y cierta corrección política o desde nuestras inseguridades y temores a perder o compartir el terreno conquistado.